La gran influencia ejercida por Estados Unidos sobre toda América Latina había mantenido a la región del lado del gigante del norte. Sin embargo, en 1959, Cuba se convirtió en la gran excepción a esta regla. Tras una larga dictadura de derecha bajo el liderazgo de Fulgencio Batista, guerrilleros de izquierda al mando de Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, encabezaron una revolución que terminó con el gobierno imperante, remplazándolo por uno socialista liderado por el propio Castro.
Este nuevo gobierno de izquierda promulgó una reforma agraria, que afectó mayoritariamente a la industria del azúcar, cuyo mayor porcentaje estaba en manos estadounidenses. Castro además prohibió el establecimiento de plantaciones controladas por compañías no cubanas y disminuyó el apoyo a la producción de azúcar a favor de otros cultivos alimenticios. En 1960, el gobierno cubano nacionalizó todas las compañías estadounidenses en la isla, medida a la que Washington respondió con la imposición de un embargo comercial.
El nuevo régimen fue visto como una amenaza para los intereses occidentales y particularmente norteamericanos, ya que además de afectar a las empresas estadounidenses, podía significar el primer paso de una escalada revolucionaria que podía abarcar a toda Latinoamérica.
A pesar de los intentos del país del norte por derrocar a Castro, este estuvo lejos de ceder en sus intenciones. Por el contrario, en 1961 un grupo de exiliados cubanos anticastristas y apoyados por Estados Unidos invadió la bahía de Cochinos, ante lo cual, la reacción de Castro fue enérgica. Además de repeler a los invasores, Castro decidió consolidar su régimen estrechando lazos con la Unión Soviética, la cual abasteció a la isla de armamentos y ayuda técnica.
Sin embargo, fue en 1962 cuando se desató el más grave de los conflictos entre Cuba y su vecina del norte. Ese año aviones espías estadounidenses detectaron por medio de fotografías, instalaciones de misiles nucleares rusos en tierras cubanas. Las relaciones se tensaron inmediatamente.
El presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, reaccionó ordenando el bloqueo naval de la isla a fin de evitar la llegada de nuevos suministros militares desde laUnión Soviética.
A su vez, amenazó a esta nación con invadir el territorio cubano si no retiraba los misiles a la brevedad.
Nuevamente el riesgo de un enfrentamiento directo entre ambas superpotencias y, por tanto, de un enfrentamiento nuclear, aterrorizó a estadounidenses y soviéticos, y causó alarma en el mundo entero.
Finalmente, Kruschev ordenó el retiro de los misiles de la isla a cambio de que Kennedy hiciera lo propio con los misiles nucleares estadounidenses instalados en Turquía, los cuales eran una amenaza constante para el bloque soviético.
El peligro de una guerra nuclear llevó a los líderes de ambas superpotencias a mejorar los mecanismos de comunicación, de manera de facilitar el contacto entre ellas y evitar cualquier inconveniente que pudiese derivar en una decisión indeseada. Esto originó la creación del llamado teléfono rojo, término utilizado para denominar la nueva forma de comunicación directa y expedita entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
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