Antiguo imperio que se extendía por el este de Europa, Asia septentrional y occidental, hoy Rusia comprende el territorio que hasta 1991 estuvo dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), establecida tras la Revolución Rusa de 1917. El término Rusia es utilizado para definir la Federación Rusa, que es las más grandes y de mayor influencia de las quince antiguas repúblicas que constituían la URSS, además de Estado independiente desde el 25 de diciembre de 1991. En su sentido más estricto, el término Rusia ha sido utilizado a lo largo de la historia para referirse al antiguo Imperio Ruso (o incluso de forma más limitada, para aludir a la tierra de los ‘grandes rusos’, principal núcleo étnico de la actual Federación Rusa). —Las referencias que aparezcan en esta sección sobre Rusia antes de 1917 usarán los términos mencionados más arriba, y a partir del 25 de diciembre de 1991 aludirán a Rusia como Estado independiente.
El Imperio Ruso comprendía en 1914 una extensión total de unos 22 millones de km2, o lo que es lo mismo, aproximadamente un sexto de la superficie del planeta, dividida en cuatro regiones: Rusia, que abarcaba la parte más oriental de Europa, además del Gran Ducado de Finlandia y la mayor parte de Polonia, el Cáucaso, Asia septentrional o Siberia, y el Asia central rusa que se dividía a su vez en la región de las estepas al suroeste, y el Turkestán ruso al sureste.
1 ORÍGENES DEL PUEBLO RUSO
Durante la era precristiana, el vasto territorio que luego pasó a llamarse Rusia estuvo habitado de forma desigual por grupos de tribus nómadas, muchas de las cuales quedaron reflejadas en los escritos griegos y romanos. La gran región del norte, desconocida y repleta de bosques, estuvo poblada por tribus que luego se conocieron con el nombre colectivo de eslavos, ancestros del moderno pueblo de Rusia. Más importante fue la zona sur, donde la región no bien limitada de Escitia estuvo ocupada por una sucesión de pueblos asiáticos entre los que se encontraban por orden cronológico, los cimerios, los escitas y los sármatas. En este tiempo, los comerciantes y colonos griegos establecieron numerosos asentamientos y centros de comercio, en particular a lo largo de la costa norte del mar Negro y en Crimea.
1.1 LAS PRIMERAS INVASIONES
Los movimientos migratorios de los pueblos limítrofes fueron posibles gracias a la existencia de una amplia llanura. Estas migraciones derivaron en sucesivas invasiones, que dieron lugar a nuevos asentamientos y a la asimilación de nuevos elementos étnicos. Así, en los primeros siglos de la era cristiana, los escitas, de origen asiático, fueron desplazados por los godos, una de cuyas tribus (los ostrogodos) estableció un reino a orillas del mar Negro. En el siglo IV d.C. los hunos conquistaron y más tarde expulsaron a los godos, destruyendo Escitia. Este pueblo ocupó el actual territorio de Ucrania y la región de Besarabia (hoy dentro de la república de Moldavia), hasta su desaparición, después de varias incursiones en el oeste de Europa, en el 451. Más tarde llegaron los ávaros, seguidos de los magiares y los jázaros, quienes mantuvieron su influencia hasta la primera mitad del siglo X.
Mientras tanto, las tribus eslavas se habían desplazado al noreste de los Cárpatos y comenzaron a realizar oleadas migratorias. En ese momento, las tribus occidentales se desarrollaron como moravos, polacos, checos y eslovacos; las tribus del sur como serbios, croatas, eslovenos y búlgaros, y las tribus orientales como los modernos rusos, ucranianos y bielorrusos. Los eslavos orientales se convirtieron en famosos comerciantes, y los ríos y vías fluviales extendidas por todo el territorio, desde los montes Valdái, facilitaron el establecimiento de centros comerciales, en especial las ciudades de Kíev al sur y Nóvgorod al norte. La región de los montes Valdái, al noroeste de Rusia, es el punto más alto de la meseta oriental europea y nacimiento de muchos de sus ríos; la facilidad para portear en esta región, favoreció el transporte de artículos desde el Báltico hasta el mar Negro y además se convirtió en el punto de partida de la expansión y de los movimientos migratorios de los eslavos orientales. El control de esta estratégica región fue un elemento importante en el dominio de Europa oriental.
1.2 LA DINASTÍA RURÍKIDA
La organización política de los eslavos orientales era aún de carácter tribal; crearon un sistema no unificado a través del que podían resolver los constantes conflictos tribales. Los testimonios recogidos en la Primera Crónica Rusa, son la fuente principal de gran parte de nuestro conocimiento actual de la historia rusa. Las disensiones internas y entre los feudos de los estados eslavos en torno a Nóvgorod comenzaron a ser tan virulentas que de forma voluntaria eligieron un príncipe extranjero que fuera capaz de unirlos en un único y fuerte estado. Este príncipe fue Rurik, o Ryurik, jefe escandinavo, quien en el 862 se convirtió en gobernador de Nóvgorod. Otros dos personajes escandinavos que probablemente pertenecen a la leyenda, Dir y Askold, consiguieron el control de Kíev. Los varegos o rus, también pueblo escandinavo, dieron al territorio el nombre Rossia o Rusia que quiere decir ‘la tierra de los rus’ (aún se sigue debatiendo si rus deriva de ruotsi, nombre finlandés utilizado para designar a los suecos, o de rujs-as, el nombre de una tribu alánica del sur de Rusia). El establecimiento de Rurik y su posterior dinastía inició un periodo de consolidación interna, expansión del territorio y del pueblo eslavo, en especial hacia el noreste y noroeste, donde el linaje finlandés había ya sido absorbido o sustituido por los eslavos.
2.1 OLEG Y SVYÁTOSLAV
Rurik falleció en el 870 y dado que su hijo Ígor (reinado 912-945) era un niño, Oleg, pariente de Rurik fue nombrado regente. El príncipe Oleg, dándose cuenta de las riquezas de la región de Kíev, hizo matar a los gobernadores varegos en el 882, uniendo los dos territorios y estableciendo su capital en Kíev. Extendió el territorio del nuevo reino, para lo cual sometió a las tribus vecinas, llegando a la frontera septentrional del Imperio bizantino, con el que cerró un acuerdo comercial en el 911, el primer acontecimiento constatado de la historia de Rusia. A partir de entonces, las relaciones comerciales y culturales con Bizancio fueron estrechándose cada vez más. Ígor asumió el poder en el 912 y en el 945 fue sucedido en el trono por su viuda Olga, quien se convirtió al cristianismo en el 955. En el 964 Olga abdicó en favor de su hijo Svyátoslav, el primer príncipe de la dinastía de los rurik con nombre eslavo. Su gobierno se centralizó en Kíev, lo que favoreció que esta ciudad alcanzara una situación privilegiada con respecto a otras ciudades rusas; Svyátoslav, que era un gran estratega, se propuso afianzar aún más la posición de Rusia en el sur. Dirigió sus tropas contra los jázaros del sureste, contra los búlgaros y contra los belicosos pechenegos, tribu de las estepas ubicada a orillas del mar Negro. Svyátoslav levantó un gran imperio y bajo su reinado prosperaron tanto el comercio como los distintos gremios de artesanos.
1.2.2 VLADIMIRO EL GRANDE
El imperio se dividió entre los tres hijos del príncipe, lo que provocó conflictos dinásticos que vieron su fin en el 980, cuando Vladimiro I (véase San Vladimiro), el menor de los tres hijos —más tarde conocido por el nombre de Vladimiro el Grande— pasó a ser el único heredero del trono. El acontecimiento más relevante de su reinado fue su propia conversión al cristianismo bizantino en el 988, y la institución de este credo como la religión oficial del pueblo ruso. Tras repudiar a sus numerosas esposas paganas, se casó con Ana, hija del emperador bizantino Basilio II Bulgaróctonos. Desde sus comienzos, la confesión ortodoxa rusa, se distinguió de la bizantina; los oficios religiosos se celebraban en eslavo, lo que permitió a la nueva Iglesia conseguir una relativa autonomía; aunque continuaba estando bajo la autoridad canónica del patriarca de Constantinopla, era el rey de Rusia quien ejercía de hecho la jerarquía suprema. Tanto las iglesias como los monasterios (labras) se erigieron siguiendo el estilo arquitectónico de Bizancio, y la cultura bizantina fue muy influyente en áreas como la arquitectura, la música y el arte.
1.2.3 YAROSLV EL SABIO
Tras la muerte de Vladimiro en el 1015, sus dominios quedaron divididos entre sus hijos, lo que provocó disensiones internas. El primogénito de Vladimiro, Svyatopolk el Maldito (reinado 1015-1018,1019), ostentó el poder supremo y para asegurar esta posición asesinó a sus hermanos Borís y Gleb. No obstante fue más tarde depuesto por su hermano Yaroslav el Sabio, príncipe de Nóvgorod. Yaroslav consiguió reunir el imperio de su abuelo Svyátoslav hacia 1036. Con él, el estado de Kíev alcanzó su máximo esplendor; asimismo, Yaroslav convirtió la ciudad en capital imperial erigiendo suntuosos edificios entre los que destaca la catedral de Santa Sofía; también se abrieron escuelas y el gran duque hizo revisar la primera compilación legislativa rusa, el Russkaya Pravda ‘la verdad rusa’. Para consolidar la posición de sus herederos, Yaroslav ideó un sistema de precedencia, que establecía la jerarquización de los distintos principados, desde el más pequeño hasta Kíev, el más poderoso; cuando murió el gran duque, los vasallos que estaban bajo su mando se trasladaron a los principados más importantes, lo que provocó el fin del reino de Kíev.
1.3 EL DECLIVE DE KIEV
Aunque el modelo de precedencia fue puesto en práctica desde el principio, la muerte de Yaroslav señaló el declive de Kíev. Sus hijos compartieron el imperio y cada príncipe intentó dividir sus tierras entre sus propios hijos. Rusia se convirtió entonces, en un grupo de pequeños estados casi siempre enfrentados. El nieto de Yaroslav, Vladimiro II Monómaco, fue el último que intentó unificar el país, pero su muerte en 1125 desbarató sus esfuerzos por conseguir esta unión y la fragmentación del reino fue inevitable. Otros estados cuestionaron la supremacía de Kíev, especialmente Galitzia y Volínia al oeste, Suzdal en la parte centro y superior de la cuenca del Volga, Chemigov y Nóvgorod-Severskiy en la cuenca del Desna, Polatsk que controlaba las cuencas del Daugava y del Bereziná, Smolensk que ocupaba la parte superior de la cuenca del Daugava y el Dniéper, y Nóvgorod el mayor de los estados, que abarcaba las tierras limítrofes con el golfo de Finlandia, el lago Peipus (receptor de las aguas del Volga), el mar Blanco y el río Dvina septentrional.
El declive de Kíev se debió en parte a la pérdida del comercio tras el saqueo de Constantinopla durante la Cuarta Cruzada en el 1204, y a la consiguiente migración del pueblo de Kíev hacia el norte. Nóvgorod se convirtió en un próspero estado comercial que llegó a alcanzar una posición dominante y en el siglo XIII fue sede de una de las principales factorías de la Hansa Teutónica. Kíev también perdió su importancia como el mayor centro cultural de la nación, siendo reemplazado por las ciudades de Suzdal, Vladímir y finalmente Moscú (fundada alrededor del 1147). Rusia se convirtió en un mosaico de ciudades-estado, unidas por una lengua, religión, tradiciones y costumbres comunes, pero gobernadas por miembros de las múltiples casas de los rurik que normalmente estaban en guerra. Las dificultades estuvieron también agravadas por conflictos fronterizos. Al oeste los caballeros teutónicos, los lituanos y los polacos invadían los territorios rusos, y al sur se daban constantes incursiones por parte de los nómadas polovtzy —una de éstas correrías inspiró el poema épico ruso La canción del fantasma de Igor—.
1.4 LA INVASIÓN MONGOLA.
A principio del siglo XIII, invasiones procedentes del este amenazaron la integridad de Rusia. En 1223 el ejército mongol de Gengis Kan inició sus incursiones por el sureste. El pueblo polovtzy llegó en ayuda de los príncipes rusos a pesar de su tradicional rivalidad. En 1223, en la batalla del río Kalka (hoy Kalmius), la coalición ruso-polovtzy fue derrotada. No obstante, tras su victoria, los mongoles se retiraron de igual forma que llegaron, regresando a Asia. En 1237 Batu Kan nieto de Gengis Kan, dirigió nuevamente a los mongoles a Rusia oriental. En su marcha hacia el norte, asaltaron y destruyeron la mayoría de las ciudades más importantes de la región de Vladímir-Suzdal.
Las campañas de los mongoles estuvieron dificultadas por los bosques y pantanos del sur de Nóvgorod por lo que Batu Kan se vio obligado a cambiar la marcha de su ejército. En 1240, asoló la parte suroriental destruyendo Kíev tras una dura contienda. Los tártaros saquearon Polonia y Hungría, continuando hacia el este, hasta Moravia. En 1242, Batu Kan estableció su capital en Sarai, en el curso bajo del Volga (hoy el actual Volgogrado) y fundó el kanato conocido como la Horda de Oro, que fue prácticamente independiente del Imperio mongol.
1.4.1 CAMBIOS ÉTNICOS
Además de los estragos ocurridos en Rusia, la invasión mongola fue determinante en el desarrollo de su historia. El control tártaro destruyó los elementos de autogobierno establecidos en asambleas representativas que se instauraron en algunas ciudades rusas, lo que supuso un alto en el progreso económico y cultural, provocando el estancamiento del país durante dos siglos y su retraso respecto a otros países de Europa occidental. El gobierno, las leyes y las costumbres tártaras acabaron con las tradiciones rusas; la región de Kíev quedó prácticamente despoblada a causa de las masacres y del desplazamiento de la población hacia el oeste, en su intento por escapar del avance mongol. Uno de estos grupos, conocido en ocasiones como bielorrusos o ‘rusos blancos’, estuvieron culturalmente influidos por los polacos y lituanos; otro grupo, formado por la población eslava procedente de la región de Kíev y áreas vecinas, fue conocido como los pequeños rusos o ‘malorrusos’. La región del antiguo reino de Kíev, influida por la lengua y costumbres extranjeras que se impusieron como forma de vida sobre la tradición de los antiguos rus, pasó a llamarse Ucrania. Los habitantes del norte de Rusia se convirtieron en el grupo principal de los eslavos rusos, conocidos como los ‘grandes rusos’, y sufrieron la influencia determinante de las distintas ramas de los pueblos ugrofineses.
1.4.2 TRIBUTO AL KANATO
Aunque los mongoles no atacaron Nóvgorod, en ese mismo periodo el noroeste de Rusia estuvo amenazado por invasores procedentes del oeste. Los suecos descendieron desde el Báltico y se adueñaron de los territorios de Nóvgorod. En 1240, el ejército sueco se lanzó sobre las orillas del Neva y el príncipe Alejandro Yaroslávevich dirigió a las tropas rusas en la lucha contra el enemigo. Derrotó a los suecos y fue a partir de entonces conocido por el sobrenombre de Alejandro Nevski, que significa ‘del Neva’. Dos años más tarde la Orden Teutónica, congregación religiosa de carácter militar, avanzó desde el oeste. Alejandro dirigió sus tropas a luchar contra los germanos, venciéndolos tras cruzar el lago helado de Peipus. Amenazado por un continuo peligro en el oeste, Alejandro adoptó una política de sumisión a la Horda de Oro. En 1246, sucedió a su padre en calidad de gran príncipe de Nóvgorod, y en 1252 fue investido por el kan como gran príncipe de Vladímir y Suzdal. A partir de entonces, la mayor parte de los príncipes rusos siguieron el ejemplo de Alejandro, pagando tributos y considerándose vasallos del gobernador tártaro.
2 LA CRECIENTE IMPORTANCIA DE MOSCÚ
La ciudad de Moscú en el principado de Vladímir ocupaba una posición estratégica en el centro de Rusia y en las principales rutas comerciales del país. En 1263, Alejandro Nevski cedió Moscú a su hijo menor, Daniel, con quien se inicia un linaje de duques moscovitas cuyo poderío derivaba de la cooperación con el kanato. Como favoritos de los mongoles, poco a poco fueron extendiendo sus tierras, anexionando los territorios colindantes.
En 1328, el hijo de Daniel, Iván, fue nombrado gran duque de Moscú y pasó a gobernar como Iván I Kalitá. La sede de la Iglesia ortodoxa rusa se trasladó a la capital del Gran Ducado.
Una vez que los duques moscovitas contaron con el apoyo de la Iglesia, comenzaron a organizar un nuevo estado ruso, del que serían los gobernadores. Al igual que Iván, los duques moscovitas se proclamaron “príncipes de toda Rusia”.
En 1328, el hijo de Daniel, Iván, fue nombrado gran duque de Moscú y pasó a gobernar como Iván I Kalitá. La sede de la Iglesia ortodoxa rusa se trasladó a la capital del Gran Ducado.
Una vez que los duques moscovitas contaron con el apoyo de la Iglesia, comenzaron a organizar un nuevo estado ruso, del que serían los gobernadores. Al igual que Iván, los duques moscovitas se proclamaron “príncipes de toda Rusia”.
A mediados del siglo XIV, las disensiones internas debilitaron el poder de la Horda de Oro; considerando esta situación, el gran duque Dmitri Donskói encabezó con éxito la primera revuelta contra el poder de los mongoles. En 1380, su importante victoria en Kukikovo, a orillas del río Don, le otorgó el apellido Donskoy (‘del Don’), marcando el retroceso del poder mongol, mientras que el poder de los moscovitas fue ganando terreno.
2.1 LA EXPANSIÓN DE MOSCOVIA.
Constantinopla cayó bajo el poder de los turcos en 1453 y más tarde la Iglesia ortodoxa rusa consideró a Moscú la ‘tercera Roma’, sucesora de Constantinopla y centro de la Cristiandad ortodoxa. El águila de dos cabezas, símbolo de Bizancio, fue incorporada a las armas moscovitas y permaneció como el emblema de la Santa Rusia. El factor más importante en la investidura de Moscú como ciudad sacra se debió al matrimonio celebrado entre el gran duque Iván III el Grande y Sofía Paleólogo, nieta del último emperador de Bizancio. El gran duque empezó a considerarse zar (del ruso tsar, que a su vez deriva del latín Caesar, ‘césar’) de un régimen autocrático, más que como cabeza de la nobleza. Incorporó a Moscovia (nombre con el que la historiografía occidental designa al gran ducado de Moscú) los estados de Nóvgorod en 1478 y Tver en 1485. En 1480, aprovechándose de las disensiones entre los mongoles, que habían dividido la Horda de Oro en numerosos kanatos independientes, se negó a pagar el tributo anual. Los mongoles no consiguieron el cobro de este tributo, y esa fecha fue considerada como el fin de la dominación tártara. Una vez libre del control tártaro, Iván volvió a prestar atención a la parte occidental del antiguo reino de Kíev, ocupado por Lituania y Polonia. Invadió los territorios lituanos en 1492 y 1500; con el fin de las hostilidades en 1503, Moscú pudo controlar la mayor parte de los territorios fronterizos. El sucesor e hijo de Iván, Basilio III Ivánovich, continuó la política de expansión hacia el oeste iniciada por su padre, anexionando Pskov en 1510, y continuando con la invasión de Smolensk en 1514 y la absorción del gran ducado independiente de Riazán en 1521. La política exterior rusa contribuyó así a engrandecer la importancia de Moscú, mientras que en el interior se llevó a cabo la formalización de un gobierno autocrático que vino acompañado de cambios sociales.
2.1.1 IVÁN EL TERRIBLE
Iván IV el Terrible fue proclamado soberano en 1533, a la edad de tres años; durante su minoría de edad, el Estado estuvo continuamente dividido por los enfrentamientos entre los boyardos (nobles), sobre los que se basó la anterior expansión territorial. En 1547, Iván asumió el trono y se convirtió en el primer gran duque moscovita oficialmente coronado como zar; en este mismo periodo, se casó con Anastasia Románovna, miembro de la familia de los Romanov. Iván se opuso al amplio poder de la antigua nobleza, de la que había recibido varios desaires durante su infancia; en 1549 convocó la primera Zemski Sobor (o Asamblea Nacional) en la que estaban representadas todas las clases de la sociedad rusa, con la sola excepción de los campesinos. Su principal propósito era consolidar su posición autocrática debilitando el poder de los boyardos y de la Iglesia. En diciembre de 1564, como medio de coerción, Iván abandonaba Moscú y anunciaba su abdicación; la presión popular le permitió, en enero, recibir poderes absolutos, tras lo cual continuó en el trono. Entre sus primeras medidas dispuso que la mitad de Moscovia fuera considerada propiedad patrimonial del zar. Este territorio, denominado Oprichnina, pasó a estar bajo control directo de Iván, que lo distribuyó entre sus seguidores como reconocimiento por los servicios personales y militares prestados, con lo que estableció un nuevo grupo social denominado oprichniki. En agradecimiento a las tierras concedidas, los oprichniki actuaron como cuerpo policial al servicio personal de Iván. Los boyardos, intentando defender su posición que veían amenazada por el ascenso de este nuevo grupo dirigente, se levantaron en su contra; tras su derrota Iván deportó a un gran número de ellos y las ejecuciones fueron masivas.
En 1552 los ejércitos moscovitas conquistaron y anexionaron el reino tártaro de Kazán, y Astracán pasó a ser territorio ruso en 1556. La pacificación de la frontera sur y oriental facilitó la colonización rusa de los territorios orientales. La zona fronteriza de Moscovia fue ocupada poco a poco por belicosos aventureros conocidos como cosacos, muchos de los cuales eran labradores exiliados. Se concentraron en la cuenca del Don y alrededor del cauce bajo del Volga aunque algunos se dirigieron hacia el norte; en 1581, el hetman (capitán) cosaco Yermak Timoféievich encabezó una expedición financiada por la rica familia de los Stroganov hacia el este, cruzando los Urales. Iván, en un principio, advirtió a Yermak que no soliviantase a las tribus salvajes del área, pero cuando, en 1581, éste puso bajo dominio ruso toda la cuenca del río Obi le perdonó, comenzando así la conquista de Siberia. Al oeste, Iván reunió sus fuerzas en el Báltico y, durante un tiempo, logró someter Livonia; no obstante, en el momento de su muerte, ya había perdido todas sus conquistas occidentales. Iván cerró numerosos tratos comerciales con Inglaterra y reunió a un elevado número de expertos occidentales en tecnología y comercio exterior, una práctica que ha pervivido a lo largo de la historia de la monarquía rusa. Aunque ha sido conocido como Iván el Terrible por sus crueldades y excesos durante los últimos años de su reinado, también es cierto que fortaleció el Estado y estableció las bases del gobierno supremo de los zares.
2.1.2 BORÍS GODUNOV
Fiódor I (Teodoro I), hijo de Iván, resultó ser enfermizo e indeciso, y durante su reinado (1584-1598) estuvo constantemente dominado por su cuñado, el boyardo Borís Godunov. Bajo la dirección de éste, el Estado ruso creció en poder y prestigio, aunque en 1597, el descontento de los labradores aumentó tras la proclamación de una ley que les ligaba a las propiedades territoriales y aprobaba la servidumbre. En 1598 con la muerte del aún niño Fiódor se puso fin a la dinastía de los rurik, y Borís fue elegido zar por la Zemski Sobor (Asamblea Nacional). Aunque gobernó con gran habilidad, su acceso al trono fue muy difícil porque le consideraron presunto asesino de Dimitri Ivánovich, hijo de un pariente directo de Iván el Terrible. La misteriosa muerte de Dimitri en 1591 hizo posible la aparición de pretendientes al trono bajo su nombre o como sus descendientes, inaugurando un periodo de desorden y revueltas que fue conocido como “Edad de los disturbios” o Smútnoye Vremya.
2.2 EDAD DE LOS DISTURBIOS
En 1604, un pretendiente al trono conocido por el nombre de Dimitri I o Falso Dimitri, consiguió el apoyo de algunos nobles lituanos y polacos y de los cosacos. Tres meses después de la muerte de Borís en 1605, Dimitri I entró en Moscú y fue coronado zar. A pesar de su capacidad gubernativa, se enfrentó con la oposición de los boyardos que aún confiaban en la restauración del poder que ellos mismos representaban. Se levantaron en armas y asesinaron al zar, tras lo que elevaron al trono al príncipe Basilio Shuysky. Sin embargo, contaban con la oposición de los cosacos y campesinos irritados por la instauración de la servidumbre y temerosos de que la política de los boyardos agravara su situación; se produjeron revueltas en el sur de Rusia apoyando a un nuevo pretendiente al trono, Dimitri II, cuando ya estaba cerca de Moscú. Al mismo tiempo, el rey de Polonia Segismundo III Vasa, deseoso de alcanzar el trono ruso, atravesó las fronteras occidentales a petición de Basilio y prestó su apoyo militar al zar boyardo. Tras un largo periodo de luchas e intrigas, Basilio fue depuesto en 1610, con lo que el trono quedaba vacante. Algunos boyardos apoyaron la candidatura de Vladislav, hijo de Segismundo, y el ejército polaco entró en Moscú. El país entero cayó en un estado de total anarquía.
Esta situación fue resuelta por la iniciativa de Kuzma Minin, un vecino de Nizni Nóvgorod que encabezó un levantamiento nacional en el noreste de Rusia. Bajo la dirección del príncipe Dmitri Mijáilovich Pozarsky, quien consiguió la ayuda de los cosacos, las tropas rebeldes avanzaron sobre Moscú y en 1612 los polacos fueron expulsados. En 1613 la Asamblea Nacional, cuyos miembros representaban a las ciudades y a la Iglesia, eligió como zar a Miguel Romanov, sobrino nieto de Anastasia Románovna. Se inició así la dinastía Romanov.
2.3 GOBIERNO DE LOS ROMANOV
Aunque el descontento social fue la principal característica de la “Edad de los disturbios”, no se emprendieron verdaderas reformas. La principal consecuencia de este periodo de caos fue la ruina de la antigua nobleza de los boyardos, cuyo papel en el gobierno fue realizado por otra nueva clase nobiliaria, aunque sin alcanzar la preponderancia de la primera.
Bajo los primeros Romanov —esto es, Miguel y su hijo Alejo Mijáilovich Romanov, proclamado zar en 1645— las nuevas leyes otorgaron a los nobles propietarios de tierras un mayor poder sobre sus siervos. El código adoptado en 1649, únicamente hizo que aumentara el número de campesinos que huían de la servidumbre de la gleba y se instalaran en los asentamientos cosacos a lo largo del curso bajo del Volga, el Dniéper y el Don. En 1670 bajo la dirección del cosaco del Don, Stenka Rasin, comenzó una gran revuelta agraria en el sureste de Rusia, que un año más tarde sería sofocada no sin grandes dificultades por las tropas del zar. Esta primera y gran revuelta de campesinos estableció un precedente para los levantamientos que más tarde vendrían protagonizados por la gleba, que encauzó su odio hacia la nueva nobleza señorial, más que hacia el mismo zar.
Rusia, mientras tanto, se convertía en un Estado más europeo, y en los centros urbanos se hacían sentir las influencias de la Europa occidental que ponían fin al aislamiento provocado por las invasiones de los mongoles. Este cambio en las actitudes y formas de vida requería establecer una reconciliación cultural con los antiguos territorios recuperados a Polonia y Lituania. En 1654, los cosacos de Ucrania se rebelaron contra el control polaco y ofrecieron su apoyo al zar Alejo. En la consiguiente guerra con Polonia (1654-1667), Rusia salió vencedora y pudo así recuperar Smolensk (perdido en 1611), Kíev y el resto del este de Ucrania. La reincorporación de Ucrania aceleró las reformas del ritual de la Iglesia rusa; Ucrania era un distrito del patriarcado de Constantinopla y con el fin de garantizar su plena integración en la Rusia occidental, la Iglesia ucraniana fue inducida a aceptar al patriarca de Moscú. El patriarca de Rusia, Nikón (1652-1658), introdujo reformas en el ritual ruso que provocaron un cisma, ya que muchos de los clérigos y creyentes rusos se negaron a abandonar sus ceremonias de tradición centenaria. Según el Concilio de 1667, los disidentes tradicionalistas (o raskolniki) fueron declarados cismáticos. Así, millones de los considerados ‘viejos creyentes’ se vieron excluidos de la participación en la vida rusa.
Alejo fue sucedido por su hijo, Fiódor III, bajo cuya dirección, Rusia llevó a buen término su primera guerra contra el Imperio otomano. Tras la muerte de Fiódor en 1682, su hermano Pedro I el Grande fue proclamado zar, pero su hermana mayor, Sofía Alexeievna, ocupó el trono en nombre de su otro hermano, Iván V el Hechizado a quien declaró incompetente para gobernar, haciéndose ella con el poder. Tras un intento fallido de privar a Pedro de sus derechos al trono y de asesinarlo junto a su madre, Sofía fue obligada a abandonar el poder en 1689.
3 EL IMPERIO RUSO
La ascensión de Pedro I como zar en 1682 marcó el comienzo de un periodo durante el cual Rusia logró alcanzar un gran poder dentro de Europa.
3.1 PEDRO I EL GRANDE
Atraído por la cultura de Europa occidental, en especial de Prusia, en 1697 dirigió una misión técnica y diplomática que recorrió varios países europeos y que le tuvo ausente de Rusia durante dieciocho meses. Intentó mediante decretos y leyes obligatorias transformar la sociedad tradicional de Moscú en otra de estilo occidental, que permitiera hacer de Rusia un poderoso Estado y aumentar su poder en Europa; reorganizó el Ejército, fortaleció la Armada, reformó el gobierno e impuso normas de comportamiento occidentales a la población rusa; bajo órdenes directas, promovió el desarrollo de la industria y del comercio, así como la formación técnica, la educación y las ciencias.
Durante su reinado, Rusia llevó a cabo una serie de adquisiciones territoriales; sus principales campañas militares tuvieron lugar sobre todo en el oeste, y su más destacado enfrentamiento se produjo contra el mayor poder fáctico del Báltico en aquel tiempo, Suecia, en la Gran Guerra del Norte (1700-1721). Para controlar el Báltico era necesario crear una gran armada que permitiera la expansión del comercio exterior ruso, pero las fuerzas militares del zar fueron derrotadas por los suecos en Narva (hoy en Estonia) en 1700. No obstante, los suecos no persiguieron a los rusos, lo cual permitió que Pedro pudiera reorganizar sus fuerzas y atacar las bases suecas en Livonia. En 1703, comenzó la construcción de la nueva capital, San Petersburgo, sobre el territorio ganado a los suecos; el gobierno se trasladó allí desde Moscú en 1714. Pero antes, en 1709, la flota rusa venció a los suecos en Poltava, con lo que Rusia consiguió la supremacía en el Báltico. Según los términos del Tratado de Nystad (30 de agosto de 1721), Rusia adquiría Livonia, Estonia, Ingria, parte de Carelia y numerosas islas del Báltico. Con el dominio de los rusos en el norte de Europa, la concepción bizantina del zar fue reemplazada por la latina que aportaba el título de emperador. En 1721 Pedro fue proclamado “zar de todas las Rusias” dando origen al Imperio Ruso.
3.2 LOS SUCESORES DE PEDRO I EL GRANDE
El gobierno autoritario de Pedro I estuvo seguido de un periodo de debilidad. Su hijo y heredero Alejo fue condenado por alta traición y murió torturado en prisión en el año 1718. El trono pasó entonces a su segunda esposa, Catalina I. Tras su muerte en 1727, la sucesión en el trono pasó a manos de distintos gobernadores, tras varias conjuras y conspiraciones, a menudo protagonizadas por la guardia de palacio. Pedro II, hijo de Alejo, fue nombrado emperador tras la muerte de Catalina y fue a su vez sucedido en 1730 por Ana Ivánovna, hija de Iván V. Ana, como duquesa de Curlandia, distribuyó los principales cargos entre sus favoritos prusianos y gobernó con despotismo; fue sucedida en el trono por Iván VI, su sobrino nieto de tan sólo ocho semanas de edad. Una conspiración palaciega colocó en el trono a la hija menor de Pedro I, Isabel Petrovna; bajo su gobierno (1741-1762) se produjo una recuperación nacional, y en una guerra contra Suecia (1741-1743), Rusia conseguía parte de Finlandia. Posteriormente se alió con Austria y Francia en la guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Prusia. Su sobrino y sucesor Pedro III, admirador del rey Federico II de Prusia, dio por sellada la paz en el momento de su ascensión al trono en 1762; un año después, Pedro III fue depuesto y asesinado. Su esposa, una princesa alemana, subió al trono vacante con el nombre de Catalina II.
3.3 CATALINA II LA GRANDE
Su labor de gobierno intentó desarrollar la política iniciada por Pedro I el Grande; el éxito de sus medidas permitió la expansión de Rusia. Sus campañas militares tomaron dos direcciones; en primer lugar, dirigió sus ejércitos contra el Imperio otomano con el fin de hacerse con los puertos del mar Negro tan necesarios para el comercio ruso; en la Guerra Turco-rusa de 1768 a 1774, Rusia ocupó la región tártara de Crimea que quedó anexionada al Imperio Ruso en 1783, mientras que en un posterior enfrentamiento (entre 1787 y 1792), conseguía todos los territorios situados al oeste del río Dniéster, entre los que se encontraba el puerto de Ochakov, en el mar Negro. El segundo objetivo de su actividad militar se centró en los territorios occidentales; como resultado de las tres particiones de Polonia (1772, 1793, 1795), Rusia obtuvo 468.000 km2 de tierra y alrededor de seis millones de habitantes. La política interior de Catalina fue fiel reflejo del gobierno de corte occidental de Pedro I. Introdujo la cultura francesa y durante algún tiempo estuvo interesada en las teorías liberales expuestas por algunos escritores franceses como Voltaire. En 1767, emitió una propuesta de reforma administrativa y legal, intentando mejorar las condiciones de vida de los siervos campesinos, pero no se llegaron a poner en práctica por la oposición de la nobleza. El estallido de un levantamiento cosaco y de campesinos dirigido por Yemelyan Ivánovich Pugachov (1773-1775), que fue sofocado tras su ejecución, hizo que Catalina, en respuesta a los hechos, en lugar de suavizar las opresivas leyes sobre servidumbre, las endureciera aún más. Tras el comienzo de la Revolución Francesa de 1789, la emperatriz desechó por completo sus puntos de vista liberales.
3.4 PABLO I Y ALEJANDRO I
Catalina fue sucedida en 1796 por su hijo Pablo I, quien estableció algunas reformas en el trato de los siervos, limitando el trabajo que realizaban para sus señores a sólo tres días a la semana. En asuntos externos, se unió a Austria, Gran Bretaña, Nápoles y el Imperio otomano, en una segunda coalición contra Francia (1799-1802). Fue un gobernante despótico y desequilibrado que murió en su propio palacio después de una conspiración dirigida por la nobleza en 1801.
Su hijo, Alejandro I Pavlovich, fue el favorito de su abuela, la emperatriz Catalina. Imbuido en las políticas liberales del reinado de su abuela y educado por el pensador suizo Frédéric César de la Harpe, Alejandro empezó su reinado garantizando la amnistía a los presos políticos, proyectando una Constitución para el Imperio y rechazando muchas de las medidas restrictivas de su padre. No obstante, su esperanzadora política interior fue pronto abandonada a causa de las guerras en el extranjero. En 1805, Rusia junto a Gran Bretaña, Austria y Suecia crearon la Tercera Coalición contra Napoleón Bonaparte. Después de que los ejércitos franceses ocuparan Prusia tras la batalla de Jena, el 14 de octubre de 1806, y derrotaran a Rusia en Friedland el 14 de junio de 1807, Alejandro dio marcha atrás y buscó la alianza con Francia por el Tratado de Tilsit (1807), por el cual Alejandro colaboró en la formación del bloqueo continental dirigido contra Gran Bretaña; en recompensa obtuvo libertad de acción contra Suecia y Turquía. Tras la Guerra Turco-rusa de 1806 a 1812, Rusia ocupó Besarabia; en su enfrentamiento con Suecia en 1808 y 1809 adquirió las islas Åland y toda Finlandia. En Asia también amplió sus fronteras; después de la anexión de Georgia en 1801, en 1813 ocupó Daguestán y otras áreas. Mientras tanto, las relaciones con Francia se iban deteriorando y en 1812 Napoleón invadió Rusia.
Esta campaña fue un completo desastre para el emperador francés; sus tropas entraron en Moscú el 14 de septiembre, pero la ciudad había sido ya incendiada por los propios rusos y los franceses se vieron obligados a replegarse en retirada, la cual se convirtió en una completa derrota por la exposición constante al hambre, al frío y al acoso de las guerrillas, en un país devastado por la política rusa de ‘tierra quemada’. Tras la derrota francesa, Alejandro se convirtió en la figura central de la alianza que acabó con la expulsión de Napoleón. En 1815 en el Congreso de Viena, la mayor parte del ducado de Varsovia pasó a ser propiedad rusa.
Aunque la última década del reinado de Alejandro estuvo marcada por las medidas reaccionarias y represivas, los intercambios intelectuales entre Europa occidental y Rusia favorecieron una mayor liberalización de los puntos de vista políticos entre la intelectualidad rusa, representada por los estudiantes, la clase media alta y la nueva nobleza. La imagen de Rusia como un Estado despótico con una compleja burocracia presente en todos los ámbitos de la vida política y social y llena de corrupción, donde las masas oprimidas tenían poco que decir, permitió la aparición de sociedades políticas secretas, tras lo cual empezó el movimiento revolucionario.
3.5 NICOLÁS I
Tras la muerte de Alejandro I en 1825 sin descendencia, el trono pasó a su hermano menor, Nicolás I. Aprovechándose de la relativa confusión generada por el asunto de la regencia, un grupo de jóvenes oficiales organizaron la revuelta decembrista, en un esfuerzo para establecer una monarquía constitucional o incluso una república (véase Decembristas). El emperador pronto sofocó la revuelta, aunque aumentó el descontento cuando se tomaron medidas reaccionarias, como la creación de una policía secreta que obedecería de forma leal al emperador, la censura de todas las publicaciones y la supresión de todo tipo de material en los textos escolares o planes de estudio que fuera considerado potencialmente peligroso. Tras las revoluciones de 1848 que sacudieron a toda Europa, Nicolás comenzó una vigorosa campaña contra las ideas liberales en la educación y en los círculos intelectuales en general; las cátedras de historia y filosofía fueron abolidas por esta misma razón y los grupos de estudiantes se redujeron a 300 por universidad. Fueron igualmente arrestados numerosos escritores, algunos de los cuales, como Fiódor Dostoievski, fueron exiliados y sentenciados a trabajos forzados.
Nicolás I hizo también numerosos esfuerzos por expandir el Imperio. Esta expansión se llevó en tres direcciones: al suroeste, hacia el Mediterráneo, interfiriendo en las provincias balcánicas de Turquía; al sur, hacia el Cáucaso y Asia central, y al este hacia el Pacífico. En 1826 empezó una guerra contra Irán, que terminó dos años después con la adquisición rusa de parte de Armenia, además de la ciudad estratégica de Ereván. Al mismo tiempo, Nicolás I apoyó a los revolucionarios griegos y la flota rusa se unió a los barcos británicos y franceses para derrotar a la flota turca en la batalla de Navarino (1827). En la Guerra Turco-rusa de 1828 y 1829, Turquía resultó vencida; por el Tratado de Adrianópolis (1829) Rusia conseguía la soberanía sobre los pueblos del Cáucaso, controlaba la desembocadura del Danubio, establecía un sistema de vigilancia sobre los nuevos principados de Moldavia y Valaquia, así como la libertad de comercio en el Imperio turco.
En occidente, en 1830 se produjo una revolución en Polonia que demandaba su independencia. Los nacionalistas polacos expulsaron al gobernador ruso y organizaron un gobierno provisional; sin embargo, las tropas rusas sofocaron rápidamente la revuelta y Polonia se convirtió de nuevo en provincia rusa.
El aumento de poder ruso en Oriente Próximo y en los Balcanes fue considerado como una amenaza por parte de las otras potencias europeas, especialmente después de que las tropas rusas ocuparan los Dardanelos, tras el acuerdo de 1833 con Turquía. Gran Bretaña, Francia, Prusia y Austria formaron un bloque para obstaculizar los planes rusos de un eventual dominio del decadente Imperio turco. En 1853, después de que Nicolás I invadiera los principados del Danubio (Moldavia y Valaquia), Turquía declaraba la guerra a Rusia. En la guerra de Crimea (1853-1856), Rusia se enfrentó a una coalición formada por Turquía, Gran Bretaña, Piamonte y Francia, y fue duramente doblegada.
3.6 ALEJANDRO II
Nicolás I murió en 1855 y su hijo Alejandro II firmó la Paz de París (1856). Rusia fue obligada a abandonar Kars y parte de Besarabia; su posición en el mar Negro quedó neutralizada, y el protectorado ruso sobre los principados del Danubio fue abolido. A pesar de este retroceso en el suroeste, se mantuvo el avance en el Pacífico y en el golfo Pérsico. En 1850 se estableció un asentamiento ruso en el estuario del río Amur y la mitad norte de la isla de Sajalín fue ocupada en 1855. Tres años más tarde, toda la región del Amur y el área meridional (donde se fundó en 1860 la ciudad de Vladivostok) quedaron totalmente anexionadas. En Asia central, el Imperio se había extendido hasta alcanzar prácticamente la frontera con la India británica, con la anexión de Tashkent (1865), Bujara (1866), Samarcanda (1868), Jiva (1873) y Jojand (1876); Merv fue anexionada en 1884, tres años después de la muerte de Alejandro.
En política interior, el reinado de Alejandro fue una era de reformas necesarias tras el fracaso de la guerra de Crimea. En 1861 decretó la emancipación de los siervos, lo que implicó la reforma del gobierno local; así en 1864 fueron introducidos los zemstvos (o asambleas de distritos) para tratar cuestiones locales como la educación, el bienestar público y los servicios de sanidad. El sistema judicial fue revisado y se instituyó un tribunal de justicia para casos de delitos de sangre. No obstante, el emperador se negó a aprobar una Constitución que permitiera la organización de una asamblea representativa.
Crecieron los movimientos revolucionarios con objetivos bien definidos, aunque también había grupos de tendencia nihilista que intentaban acabar con la sociedad existente para construir una nueva sobre sus ruinas. El movimiento populista narodniki (patriotas) intentó un levantamiento integrado por campesinos. Estos movimientos revolucionarios también se produjeron en Polonia: en 1863, los polacos se sublevaron por segunda vez. Una vez sofocada la revuelta, Polonia quedó privada de los últimos vestigios de su autonomía y fue puesta bajo el control absoluto de Rusia.
Rusia reanudó su actitud agresiva contra Turquía después de 1871. El destronamiento de Napoleón III (uno de los principales oponentes a la intervención rusa en los Balcanes) permitió a Rusia ampliar allí su esfera de influencia. Cuando Serbia y Montenegro se levantaron contra Turquía en 1876, Rusia intervino en su ayuda; tras la Guerra Turco-rusa de 1877 y 1878, Alejandro II consiguió mayores concesiones de Turquía aunque fueron moderadas por parte de las potencias europeas, temerosas de la dominación rusa de los Dardanelos, en el Congreso de Berlín (1878).
4 EL FINAL DEL IMPERIO
El fracaso en los objetivos bélicos exacerbó el descontento popular. Alejandro II murió asesinado por un revolucionario en un atentado en 1881.
4.1 ALEJANDRO III
El hijo de Alejandro II, Alejandro III, instituyó una rígida censura y la supervisión policial de las actividades intelectuales; el poder de los zemstvos fue reprimido de forma drástica y se instituyeron programas para rusificar a las numerosas minorías raciales del Imperio. La opresión sobre los judíos fue especialmente dura: se les obligó a vivir en áreas delimitadas donde no estaba permitido el ejercicio de determinadas profesiones (véase Pogromo). Los trabajadores industriales acogieron de buen grado la propaganda revolucionaria y las teorías marxistas encontraron muchos adeptos. Una política de industrialización intensiva, generó un aumento en el número de trabajadores que vivían en las ciudades más industrializadas, como Moscú y San Petersburgo, en pésimas condiciones; el desarrollo de un movimiento revolucionario de carácter subversivo encontró muy pronto un gran número de seguidores.
4.2 NICOLÁS II
Nicolás II, el último zar ruso
Nicolás II fue un gobernante relativamente liberal pero débil y se vio obligado a abdicar en 1917. En la imagen, Nicolás II es el segundo a la izquierda y a su lado están sus cuatro hijas: Tatiana, Olga, María y Anastasia. A la derecha está su hijo hemofílico Alexis. La familia fue posteriormente asesinada por los bolcheviques.
Nicolás II ascendió al trono en 1894. Aunque bien intencionado, fue un gobernante débil fácilmente dominado por otros y un firme creyente en los principios autocráticos enseñados por su padre. Su esposa Alejandra le dio cuatro hijas y un hijo, Alejo, quien padecía hemofilia. En sus vanos intentos por encontrar cura para su hijo, Nicolás y Alejandra acudieron a curanderos y fanáticos religiosos, entre los que destacó el monje siberiano Grígori Yefímovich Rasputín.
La autocracia, la opresión y el control policial crecieron aún más bajo el mandato de Nicolás II y aumentó el número de acciones terroristas. Algunos dirigentes revolucionarios exiliados, como Lenin, dirigieron el movimiento socialista. En cuanto a la política exterior, los intereses rusos en Manchuria chocaron con el Imperio Japonés en expansión, estallando la guerra en febrero de 1904.
4.2.1 LA REVOLUCIÓN DE 1905
Necesitado de la ayuda del pueblo para hacer frente a la guerra con Japón, el gobierno permitió que un congreso de los zemstvos se reuniera en San Petersburgo en noviembre de 1904. Cuando las peticiones de reforma por parte del congreso fueron rechazadas por el gobierno, las asumieron los grupos socialistas, que organizaron varias manifestaciones.
El 22 de enero de 1905, miles de personas guiadas por Gueorgui Apollónovich Gapón, un sacerdote revolucionario, marcharon pacíficamente hacia el Palacio de Invierno, en San Petersburgo, para presentar allí sus protestas; sin embargo, fueron disueltos por las tropas imperiales, muriendo cientos de ellos en lo que se dio en llamar el ‘domingo sangriento’.
Esta masacre señaló el comienzo de la revolución; se celebraron manifestaciones y continuas huelgas en todas las áreas industrializadas del país. El fluir de los acontecimientos, combinado con el desastre de la guerra contra Japón, obligó al zar a realizar determinadas concesiones: prometió la formación de una asamblea representativa o Duma; emitió decretos que garantizaban la libertad de trabajo a los ‘viejos creyentes’ (29 de abril) y una mayor libertad para los polacos (16 de mayo). No obstante, no pudo parar la marcha de la revolución: se amotinaron los marineros del acorazado Potemkín en Odesa y la guarnición de Kronstadt y se crearon soviets (consejos obreros), cuyos delegados se reunieron en San Petersburgo, y el 14 de octubre, convocaron una huelga general. Esta huelga estuvo acompañada de movimientos nacionalistas de descontento en Finlandia y en Polonia y revueltas de campesinos, a lo que se añadió la completa derrota de Rusia en la guerra contra Japón. El gobierno envió tropas contra los revolucionarios y prestó apoyo a los grupos conservadores. El arresto de los componentes del soviet de San Petersburgo en diciembre provocó una violenta rebelión de trabajadores en Moscú, sofocada por tropas del Ejército. A principios de 1906, el gobierno se hizo de nuevo con el control del país.
2.2 LA INSTAURACIÓN DE LA DUMA.
La primera Duma se creó en mayo de 1906, pero ya anteriormente se habían aprobado varias leyes que garantizaban los poderes autocráticos del zar. Quedó disuelta a los dos meses de su inauguración. En 1907 se instituyó una segunda Duma que sería también disuelta al poco tiempo. Fue entonces cuando se organizó un movimiento revolucionario, que pronto se encontró con una fuerte represión. Mientras tanto, los moderados y conservadores iniciaron su cooperación con el gobierno, controlando la actividad de la tercera Duma que decretó varias reformas moderadas.
2.3 I GUERRA MUNDIAL
El comienzo de la I Guerra Mundial en 1914 supuso la interrupción momentánea de las actividades revolucionarias de los radicales. La guerra estalló cuando Rusia rehusó permanecer al margen ante el ultimátum de Austria a Serbia, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo en Sarajevo el 28 de junio de 1914. La cuarta Duma celebró entonces una única sesión para obtener el apoyo popular al gobierno.
Rasputín
Nacido en Siberia y campesino durante gran parte de su vida, el monje Grigory Rasputin se ganó el favor de la familia imperial rusa sobre la que ejerció gran influencia al principio del siglo XX, después de que hubiera sanado aparentemente al hijo hemofílico del zar Nicolás II y de la emperatriz Alejandra Fiódorovna. Su perniciosa influencia condujo a un grupo de nobles a planear su asesinato. Atraído por engaño a la casa del príncipe Yusupov, se le dio a Rasputín chocolate envenenado, pero sobrevivió. Sus agresores, entonces, le dispararon a distancia próxima y le atacaron con cuchillos y un hacha, pero sobrevivió a todo ello. Desesperados, los asesinos le metieron en un saco y lo arrojaron en las heladas aguas del río Neva, donde se ahogó.
A finales de 1914 el Ejército ruso había ya sufrido duras derrotas ante los alemanes, especialmente en el este de Prusia. Estas derrotas aumentaron en 1915 y, a excepción de unas pocas victorias, el sentimiento de fracaso aumentó tras los desastres en Crimea y Japón. La falta de suministros y transportes junto con la ineficacia de los mandos militares desalentaron a las tropas; comenzaron a producirse deserciones y la guerra tomó un cariz impopular en toda Rusia, mientras aumentaba la represión y se mantenía la corrupción por parte del gobierno.
El zar, dominado por su esposa Alejandra, alemana de nacimiento, perdió la confianza del pueblo y pasó a estar bajo el control de Rasputín, que en aquel entonces dominaba prácticamente las decisiones gubernamentales y de carácter militar. Lo arbitrario y despótico de éstas aumentó la oposición a su gobierno; en diciembre de 1916, un grupo de aristócratas, entre los que se encontraban miembros de la familia real, lo asesinaron. No obstante, la agitación revolucionaria siguió en ascenso y en febrero de 1917 comenzaron los disturbios en Moscú; las tropas, en lugar de cargar contra los revolucionarios, se unieron a ellos. Finalmente el 15 de marzo se produjeron las abdicaciones del zar Nicolás II y de su hijo, dejando la administración en manos de un gobierno provisional organizado por la cuarta Duma. Con ello se daba por finalizado el Imperio Ruso.
El zar, dominado por su esposa Alejandra, alemana de nacimiento, perdió la confianza del pueblo y pasó a estar bajo el control de Rasputín, que en aquel entonces dominaba prácticamente las decisiones gubernamentales y de carácter militar. Lo arbitrario y despótico de éstas aumentó la oposición a su gobierno; en diciembre de 1916, un grupo de aristócratas, entre los que se encontraban miembros de la familia real, lo asesinaron. No obstante, la agitación revolucionaria siguió en ascenso y en febrero de 1917 comenzaron los disturbios en Moscú; las tropas, en lugar de cargar contra los revolucionarios, se unieron a ellos. Finalmente el 15 de marzo se produjeron las abdicaciones del zar Nicolás II y de su hijo, dejando la administración en manos de un gobierno provisional organizado por la cuarta Duma. Con ello se daba por finalizado el Imperio Ruso.
5 REVOLUCIÓN RUSA Y ERA SOVIÉTICA
Para más información véase Revolución Rusa. Para conocer la historia de Rusia después de la Revolución y antes de su independencia en 1991.
6 RUSIA A PARTIR DE LA INDEPENDENCIA
Poco después de la disolución de la URSS en 1991, surgió la lucha por el poder entre las fuerzas conservadoras y reformistas. El presidente Borís Yeltsin, elegido en junio de 1991 por sufragio popular, recibió poderes absolutos otorgados por el Congreso de Diputados, uno de los dos cuerpos legislativos que estableció la Constitución soviética de 1978. Yeltsin utilizó sus poderes para iniciar un programa de nuevas reformas económicas y establecer una serie de nombramientos regionales para someter las asambleas legislativas locales, dominadas por los neocomunistas. Los conservadores dirigidos por el presidente del Soviet Supremo Ruslan Jasbulátov intentaron minar los poderes de Yeltsin tras una campaña de reforma económica radical a principios de 1992. En diciembre del mismo año, en una asamblea del Congreso de Diputados, el primer ministro en funciones Yegor Gaidar (1992), artífice del plan gubernamental de reformas económicas, fue sustituido por Víktor Chernomirdin, antiguo miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y ministro de Industria del Gas, en la antigua URSS. El Congreso de Diputados también rescindió algunos de los poderes otorgados a Yeltsin, entre los que se encontraba el control sobre los administradores locales. En ese mismo mes, el Tribunal Constitucional desautorizó la prohibición del PCUS llevada a efecto por Yeltsin, el cual protestó por la reducción de sus poderes; se alcanzó un acuerdo con el Congreso de Diputados a finales de 1992 para llevar a cabo unas elecciones que permitieran elaborar una nueva constitución. Los conservadores se opusieron a la celebración de unas nuevas elecciones, mientras que el 20 de marzo de 1993 Yeltsin formaba un nuevo gobierno de emergencia. Este anuncio fue desaprobado por el presidente del Tribunal Constitucional Valeri Zorkin, por Jasbulátov y por el vicepresidente Alexandr Rutskói, entre otros. Poco después, ambos bandos modificaron sus posiciones: Yeltsin anuló su gobierno de emergencia y los conservadores permitieron que se celebraran las votaciones el 25 de abril de 1993.
Yeltsin consiguió una abrumadora victoria en las urnas, pero las elecciones no consiguieron resolver el problema de la lucha por el poder. En septiembre de 1993, Yeltsin expulsó a Rutskói de la vicepresidencia por escándalos de corrupción, a pesar de las protestas del Parlamento. En ese mismo mes, el presidente decretó la disolución del Parlamento debido a la resistencia de los diputados conservadores a trabajar en la formación de una Asamblea Constituyente.
El Parlamento respondió, denunciando las acciones de Yeltsin por inconstitucionales y declarando presidente a Rutskói. Cerca de cien diputados y otros tantos seguidores armados dirigidos por Jasbulátov y Rutskói ocuparon el edificio del Parlamento, también conocido como Casa Blanca.
El estancamiento de las negociaciones entre el gobierno y los rebeldes duró varios días, aunque quedó roto cuando los rebeldes consiguieron asaltar el ayuntamiento de Moscú y el edificio central de la televisión. El gobierno respondió entonces con el bombardeo del edificio del Parlamento, arrestando a sus ocupantes; más de 140 personas murieron en aquella rebelión, dispersada por las fuerzas del orden. El 4 de octubre de 1993, Rutskói y Jasbulátov fueron hechos prisioneros y acusados de haber incitado al desorden público.
El Parlamento respondió, denunciando las acciones de Yeltsin por inconstitucionales y declarando presidente a Rutskói. Cerca de cien diputados y otros tantos seguidores armados dirigidos por Jasbulátov y Rutskói ocuparon el edificio del Parlamento, también conocido como Casa Blanca.
El estancamiento de las negociaciones entre el gobierno y los rebeldes duró varios días, aunque quedó roto cuando los rebeldes consiguieron asaltar el ayuntamiento de Moscú y el edificio central de la televisión. El gobierno respondió entonces con el bombardeo del edificio del Parlamento, arrestando a sus ocupantes; más de 140 personas murieron en aquella rebelión, dispersada por las fuerzas del orden. El 4 de octubre de 1993, Rutskói y Jasbulátov fueron hechos prisioneros y acusados de haber incitado al desorden público.
No obstante, la victoria de Yeltsin sobre los conservadores duró poco. Las elecciones de diciembre de 1993 permitieron un inesperado éxito de los partidos nacionalistas y comunistas, en especial del Partido Liberal Democrático, encabezado por Vladímir Zhirinovsky. En febrero de 1994, la nueva Duma anuló los cargos que había pendientes sobre Rutskói y Jasbulátov por las acciones de octubre de 1993, además de garantizar la amnistía a los organizadores del golpe de Estado de agosto de 1991, contra el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov. Yeltsin respondió a los objetivos de los ultraconservadores convocando unas nuevas elecciones con el fin de mantener la presidencia al margen de los reaccionarios.
En las elecciones legislativas celebradas en diciembre de 1995 —consideradas un ensayo para las presidenciales de 1996— los comunistas, encabezados por Guennadi Ziugánov, se consolidaron como la primera fuerza de la Duma, lo que significó un nuevo revés para Yeltsin y puso de manifiesto el rechazo popular a su política. Por otro lado, la descomposición de la sociedad rusa ha permitido el aumento de organizaciones mafiosas que tienen una mayor presencia en la economía rusa.
Yeltsin se presentó a las elecciones presidenciales del 16 de junio de 1996, teniendo como principal oponente al candidato comunista Guennadi Ziugánov. Yeltsin resultó elegido, con lo que se convirtió en el primer presidente democrático de Rusia, tras superar en la segunda vuelta a Ziugánov. En enero de 1997, hubo de asistir a la Duma (cámara baja del Parlamento ruso) para evitar su destitución, propuesta por la oposición alegando para ello motivos de salud. Dos meses más tarde, realizó una profunda reorganización del Consejo de Ministros, introduciendo como viceprimeros ministros a Anatoli Chubáis, encargado de impulsar una nueva reforma económica, y a Borís Nemtsov, aunque manteniendo a Chernomirdin como primer ministro.
Entre los principales problemas del país también se cuentan los relacionados con los distintos territorios que constituyen la Federación. Aprovechando los enfrentamientos de distintas tendencias en la autoproclamada república de Chechenia (que permanecía fuera de su control desde 1991), Yeltsin decidió intervenir militarmente en diciembre de 1994, desencadenando una cruenta guerra en la que fue bombardeada la población civil chechena; la resistencia de los rebeldes chechenos puso en evidencia la ineficacia del aparato militar ruso, que no pudo hacerse con el control de las principales ciudades de la república hasta mediados de 1995, ni limitar las actividades de los guerrilleros chechenos que actuaron incluso en territorio ruso. A mediados de 1996, tras el asesinato del antiguo presidente checheno Dzhojar Dudáiev, se iniciaron conversaciones de paz que permitieron aliviar la situación y establecer un alto el fuego.
Estas conversaciones concluyeron con la firma de un tratado de paz el 7 de mayo de 1997 por el que se ponía fin al conflicto, a la vez que ambas partes se comprometían a mantener relaciones conforme a las “normas del Derecho internacional”, lo que suponía en la práctica el reconocimiento de Chechenia como nación soberana por parte de Rusia.
Estas conversaciones concluyeron con la firma de un tratado de paz el 7 de mayo de 1997 por el que se ponía fin al conflicto, a la vez que ambas partes se comprometían a mantener relaciones conforme a las “normas del Derecho internacional”, lo que suponía en la práctica el reconocimiento de Chechenia como nación soberana por parte de Rusia.
En el ámbito internacional, Rusia, pese a su adhesión al proyecto de Asociación por la Paz, había venido rechazando abiertamente en los últimos años la incorporación de sus antiguos aliados de Europa del Este a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), amenazando con incumplir los acuerdos para la reducción de armamento. Tal negativa se argumentaba en el hecho de que una incorporación de esos países suponía una seria amenaza a su seguridad nacional. Sin embargo, en un giro radical tras meses de arduas negociaciones diplomáticas en las que jugó un importante papel el secretario general de la OTAN, el español Javier Solana, el presidente ruso se avino a firmar el 27 de mayo de 1997 un acuerdo que había alcanzado con aquélla el 14 de ese mes por el que ambas partes se comprometían a no interferir en la política defensiva de ningún Estado europeo, lo que en la práctica suponía levantar su veto a la ampliación de la OTAN por Europa Oriental. De forma simultánea, Yeltsin anunciaba el desmantelamiento de los misiles que apuntaban hacia los países de la Alianza Atlántica, lo que, unido a la firma del acuerdo con la OTAN, le valió las críticas de los sectores nacionalistas dentro del país.
Por lo que se refiere a las relaciones con sus vecinos orientales, a comienzos del mes de noviembre tuvo lugar un encuentro en Pekín, de tres día de duración, en el que Rusia y China acordaron el establecimiento de una línea de demarcación fronteriza permanente, en tanto que ese mismo mes se establecía con Japón un principio de acuerdo para poner fin a las disputas territoriales que debía concluir en el año 2000 con la firma de un tratado.
La Duma aprobó el 19 de septiembre la Ley sobre la Libertad de Conciencia y las Asociaciones Religiosas en las que se confiere una situación de privilegio para los grupos ortodoxos, si bien se reconocen ciertos derechos a otras religiones, como el catolicismo, el protestantismo, el budismo, el islam y el judaísmo.
Pese a la relación cordial entre Yeltsin y Chubáis, un escándalo financiero obligó al presidente, ante la presión de la Duma, a destituirle en noviembre de 1997 de sus cargos como primer viceministro y ministro de Hacienda, desde los que había impulsado una ímproba reforma económica; no obstante, Yeltsin optó por mantenerle dentro de su círculo de allegados y asesores.
El primer ministro Víktor Chernomirdin salió directamente fortalecido de la “defenestración” de Chubais al frente de la cartera de Finanzas, al menos de forma temporal: a finales de marzo de 1998, Yeltsin optó por destituirle y nombrar a un nuevo primer ministro, Serguéi Kiriyenko. Tras oponerse en dos ocasiones a ratificar el nombramiento efectuado por el presidente ruso, el 24 de abril la Duma aceptó (para evitar ser disuelta por Yeltsin) a Kiriyenko como primer ministro.
El mandato del nuevo primer ministro fue efímero: la grave crisis financiera y el permanente veto parlamentario provocaron su destitución en el mes de agosto. Pese a que Yeltsin deseaba nombrar de nuevo a Víktor Chernomirdin jefe de gobierno, la oposición de la Duma, controlada por comunistas y nacionalistas hizo que, finalmente, el elegido fuera Yevgueni Primakov, hasta ese momento ministro de Asuntos Exteriores. Presentado el día 10 de septiembre, el Parlamento ruso aprobó el nombramiento un día después.
En los meses siguientes se produjo una recaída en el estado de salud del presidente ruso, que tuvo que delegar parte de sus poderes y atribuciones en el primer ministro. Éste, pese a todo, no logró obtener el respaldo ni de la Duma ni de la ciudadanía, por cuanto careció de una línea de actuación definitiva y estuvo sujeto a los vaivenes y desaires de Yeltsin, que en el mes de mayo del año siguiente consiguió salir airoso del debate sobre su posible destitución puesto en marcha en marzo por la Duma, que lo acusaba de golpista, asesino, genocida y traidor a la patria por lo acontecido en Rusia desde que Yeltsin accediera a los principales órganos de gobierno; en concreto los "cargos" que pesaban sobre él, en opinión de los parlamentarios de la oposición eran los de disolución de la Unión Soviética, bombardeo del Soviet Supremo, genocidio contra el pueblo ruso, destrucción de las Fuerzas Armadas y guerra de Chechenia.
Entre tanto, la inestabilidad política que vivía Rusia quedó nuevamente puesta de manifiesto ese mismo mes de mayo: el día 12, tan sólo un día antes de vencer a sus adversarios en el Parlamento, Yeltsin destituyó a Primakov y nombró como nuevo primer ministro, el tercero en poco más un año, al general Serguéi Stepashin, titular de Interior y primer viceprimer ministro.
El 9 de agosto de 1999, Yeltsin destituyó a Stepashin y nombró primer ministro al director del Servicio Federal de Seguridad, Vladímir Putin, a quien presentó como su candidato para las presidenciales del año 2000. Dos días más tarde, los rebeldes de la república rusa de Daguestán, que pocos días antes habían iniciado un movimiento secesionista, declararon la creación de un Estado islamista en ese territorio. Putin fue ratificado por la Duma el día 16, y a partir del 6 de septiembre el conflicto daguestano se trasladó a Chechenia, desde donde las autoridades rusas consideraron que se ayudaba a los rebeldes islamistas.
Yeltsin firmó con el presidente chino, Jiang Zemin, el 25 de agosto de 1999 en la ciudad de Bishkek (capital de Kirguizistán), una declaración de confianza respecto de los miles de kilómetros fronterizos entre sus respectivos países. Ambos presidentes ampliaron su estrategia internacional común al rechazar la política exterior de Estados Unidos y la OTAN.
Aunque en las elecciones legislativas, celebradas el 19 de diciembre de ese año, volvió a vencer el Partido Comunista, con un 24,2% de los votos emitidos, el partido de Putin, Unidad, obtuvo el 23,3% y el segundo puesto. Cuando la nueva guerra en Chechenia había llegado semanas antes hasta la capital, Grozni, Yeltsin presentó de forma súbita su dimisión el 31 de diciembre de 1999, por lo que constitucionalmente, Putin, en tanto que primer ministro, se convirtió en presidente interino de la República. En los primeros días de febrero de 2000, el gobierno ruso anunció que había conquistado Grozni, aun cuando los combates continuaron en Chechenia. El 26 de marzo tuvieron lugar las elecciones presidenciales, en las cuales venció Putin, que acaparaba los cargos de primer ministro y de presidente interino de la República, con el 52,64% de los votos, en tanto que el segundo candidato más votado fue el dirigente comunista Ziugánov, que obtuvo el 29,34 por ciento. Sin necesidad de disputarse una segunda vuelta, Putin asumió de inmediato la jefatura del Estado en su calidad de presidente electo.
La credibilidad de Putin sufrió dos serios reveses ante sendos hechos trágicos acaecidos durante los meses de agosto y septiembre de 2000: la explosión y hundimiento del submarino nuclear ruso Kursk (toda cuya tripulación falleció) en el mar de Barents, y el incendio de la torre de televisión (Ostankino) de Moscú. En ambos, la actuación del presidente fue tachada de ineficaz y de constituir un reflejo de la grave situación de Rusia. Por lo que respecta a su política exterior durante ese año, en octubre firmó con el primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, una declaración de asociación estratégica entre ambos países; prosiguió el estrechamiento de lazos con Bielorrusia (el 30 de noviembre comunicó, junto con Aleksandr Lukashenko, el proyecto para adoptar una moneda única en ambos países), y reactivó los vínculos comerciales con Cuba (tras entrevistarse en diciembre con Fidel Castro en La Habana).
Iniciada en 1999, la segunda guerra de Chechenia se caracterizó por la sucesión de ofensivas del Ejército ruso y de acciones guerrilleras de los independentistas. Putin intentó vincular el conflicto al terrorismo, y más concretamente al terrorismo internacional desde los atentados contra Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001. También se generó un deterioro de las relaciones con Georgia, ya que Moscú acusó al gobierno de Eduard Shevardnadze de no perseguir a los guerrilleros chechenos que actuaban desde territorio georgiano. Uno de los episodios más trágicos de esta cuestión se inició el 23 de octubre de 2002, cuando un comando terrorista checheno asaltó en Moscú el teatro Dubrovka, tomó como rehenes a aproximadamente 800 personas y amenazó con matarlos si las tropas rusas no abandonaban Chechenia. Al expirar el plazo de tres días fijado por los secuestradores, y ante el peligro de que cumplieran sus amenazas, fuerzas de operaciones especiales iniciaron el asalto del edificio; perdieron la vida todos los terroristas y más de un centenar de rehenes. Pronto, Putin convocó un referéndum sobre el estatus constitucional de Chechenia. Pese a que en dicha consulta, desarrollada en marzo de 2003, los chechenos apoyaron las propuestas de Putin, los observadores se mostraron escépticos respecto a la legitimidad de este referéndum.
En mayo de 2002, Putin y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, firmaron un tratado para reducir durante los siguientes 10 años los arsenales nucleares de ambos países. Poco después, Putin también firmó un acuerdo con la OTAN, por el que se constituyó el denominado Consejo OTAN-Rusia. Sin embargo, el gobierno ruso criticó la acción militar emprendida por Estados Unidos en Irak, en marzo de 2003, contra el régimen de Saddam Husayn (por haber sido afrontada sin la aprobación de la ONU).
En las elecciones legislativas de diciembre de 2003, Rusia Unida, la formación de los seguidores de Putin, obtuvo casi la mitad de los escaños en la Duma. En febrero de 2004, el presidente destituyó al primer ministro, Mijaíl Kasiánov, y el 1 de marzo nombró a Mijaíl Fradkov para sustituirle. El día 14 de este mes, Putin fue reelegido presidente.
En septiembre de 2004, un grupo de terroristas vinculados al independentismo checheno asaltó un colegio en Beslan (Alania) y tomó como rehenes a más de mil personas. La operación de rescate realizada por las fuerzas de seguridad rusas finalizó con un elevado número de muertos y heridos. A continuación de este trágico hecho, Putin hizo pública su intención de luchar contra el terrorismo internacional en cualquier punto, así como de promover una reforma constitucional para conseguir que los gobernadores regionales fueran designados por el presidente.
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