viernes, 22 de mayo de 2009

Totalitarismo

Doctrina política que concibe el Estado como valor absoluto. El totalitarismo se caracteriza por eludir las normas básicas del moderno Estado de Derecho y no contemplar la separación de poderes. El Estado totalitario ejerce un control total de la población y de todas las instituciones mediante la propaganda y la policía. Como procedimiento de legitimación, adopta todos aquellos elementos que Max Weber señaló en el poder carismático: liderazgo único, centralizado y absoluto, ritualismo, mesianismo y seudo-utopismo.

A lo largo de la historia han existido muchas manifestaciones de regímenes totalitarios, pero el concepto en sí mismo fue “definido” y puesto en práctica por Benito Mussolini. El Estado fascista configurado por éste en Italia desde 1922 hasta 1943 motivó que frecuentemente se identifiquen los términos fascismo y totalitarismo. Tanto el régimen fascista italiano de Mussolini como el nacionalsocialista alemán de Adolf Hitler fueron expresiones del totalitarismo, pero no las únicas.


Se conoce como totalitarismos a las ideologías, los movimientos y los regímenes políticos donde la libertad está seriamente restringida y el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones (de un modo mucho más intenso y extenso que el teórico poder absoluto de las monarquías del Antiguo Régimen).



Adolf Hitler

Los totalitarismos, o regímenes totalitarios, se diferencian de otros regímenes autocráticos por ser dirigidos por un partido político que pretende ser o se comporta en la práctica como partido único y se funde con las instituciones del Estado. Estos regímenes, por lo general exaltan la figura de un personaje que tiene un poder ilimitado que alcanza todos los ámbitos y se manifiesta a través de la autoridad ejercida jerárquicamente. Impulsan un movimiento de masas en el que se pretende encuadrar a toda la sociedad (con el propósito de formar un hombre nuevo en una sociedad perfecta), y hacen uso intenso de la propaganda y de distintos mecanismos de control social y de represión como la policía secreta o los campos de concentración.



Adolf Hitler

El totalitarismo es una forma de Estado, es decir, una forma de organizar los cuatro componentes del mismo (territorio, población, gobierno, poder, y según el autor, también el jurídico o el derecho). El totalitarismo no es simplemente una forma de gobierno, una organización en cuanto a las personas que ejercen el poder, es toda una forma de estado, de tipo no democrático y se caracteriza al igual que el autoritarismo en la falta de reconocimiento de la libertad y los derechos del hombre. Sin embargo, se diferencia del autoritarismo en que en el totalitarismo existe una negación de la libertad y los derechos individuales, desconociendo además la dignidad de la persona humana, convirtiendo las clases sociales en masas.


El totalitarismo considera el Estado como un fin en sí mismo, y por tanto lo maximiza, y dado que el poder existe para el fin de las cosas, si consideramos al Estado un fin, estos dos componentes de la política son correlativos, como consecuencia un Estado más grande nos da un poder más grande. Así el poder del estado totalitario lo puede todo porque el fin lo abarca todo. Mussolini (que usó por primera el termino "totalitarismo") graficó esto en el eslogan "todo en el estado, todo para el estado, nada fuera del estado, nada contra el estado". No es ya el estado para el hombre, sino el hombre para el estado.


Aspecto sociológico



El totalitarismo es un monismo sociológico porque su ideología supone la inexistencia y consecuente negación de la persona como un elemento individual que posee dignidad propia, y sólo considera al hombre en función de la sociedad, el hombre vale en cuanto a que es parte o miembro de una sociedad, no en cuanto a que es una persona en sí misma.


Aspecto político

El totalitarismo es un monismo político porque rige toda la estructura de poder en torno al poder político, generalmente un solo líder, absorbiendo los poderes que se afinan a éste y negando los que son independientes o contrarios. De esta forma, al contrario de las formas de estado democráticas, en donde el poder político es una forma más de poder, que se encuentra en una jerarquía, sobre el poder social, en el totalitarismo no existe esa jerarquía de poderes, debido a que sólo existe uno, el poder político total.


A diferencia del liberalismo y del marxismo que cuentan con una coherente exposición de principios ideológicos, las doctrinas totalitarias se configuran a la par que estos movimientos surgen con el propósito de alcanzar el poder y establecer su sistema de dominación. No hay doctrina. Una primera característica es su exaltación del Estado, de un Estado omnipotente o totalitario y llevar el respeto a los líderes de estos a un nivel de casi "culto a la personalidad".


A ello, el nacionalsocialismo agrega la configuración de un Estado sustentado en supuestos étnicos y racistas. Por ello, el fin supremo del Estado nazi es la preservación de la pureza racial, la que justifica la política racista y antisemita del Tercer Reich. Antiparlamentarismo bajo la dirección de un jefe o caudillo -Duce (Mussolini), Führer (Hitler)- dotado de un poder “carismático” y capaz de crear por sí sólo la voluntad nacional y de dirigirla en beneficio de la colectividad insustituible.



Su odio febril a la democracia y a sus manifestaciones más comunes, la libertad y la igualdad políticas. Así frente a la “falacia” de la igualdad democrática, exhiben como ideal la dicotomía superior-inferior. En el “código” social fascista el hombre es superior a la mujer, el militar al civil, el miembro del partido al que no lo es, se puede expresar las principales características:


  • Se halla un imperialismo militarista.
  • El dogmatismo de las ideas y la intolerancia fundamentan la fe ciega en el caudillo.
  • Utilizan los símbolos y los nuevos medios de propaganda de masas. Existe un partido único.

Aspecto jurídico


Maneja su propia concepción del derecho afirmando que sólo existe un derecho positivo que el Estado otorga a las personas. Es decir, que no existen derechos naturales en las personas, por el sólo hechos de ser personas, además niega la existencia de dignidad en la persona humana de manera natural. Los derechos naturales que pudiesen existir, el totalitarismo considera que son otorgados por el estado, por lo tanto pasan a ser derechos positivos.


Origen y evolución del término



Si tratamos de establecer la genealogía de la noción de totalitarismo, es necesario remontarnos a los primeros tiempos del fascismo italiano, en efecto es en la reflexión surgida tras la aparición del fascismo italiano cuando se utiliza por primera vez el adjetivo "totalitario" que aparece antes que el sustantivo. Parece ser que fueron los adversarios políticos de Musolini quienes utilizaron el adjetivo por primera vez durante los Años 20 para estigmatizar el régimen de Musolini. El dictador italiano no va a tardar en utilizar el término, evidentemente con connotaciones positivas. Una frase muy citada de un texto realizado conjuntamente por Musolini y su principal ideólogo Giovanni Gentile dice así: "para el fascismo, todo esta dentro del estado y nada humano o espiritual existe ni tiene valor fuera del estado, en ese sentido el fascismo es totalitario".


El término reencuentra su connotación peyorativa en la pluma de los intelectuales alemanes opuestos a Hitler, a destacar Herbert Marcuse o Franz Neumann, poco después, en 1941 aparece por primera vez escrito el sustantivo "totalitarismo".


El término va a emigrar de Italia y Alemania a los principales países de acogida de los opositores políticos, predominantemente Estados Unidos y Francia. Paralelamente, el término "totalitarismo" empieza a circular por la oposición política a Stalin, mayormente en boca de intelectuales como Victor Serge o Boris Souvarine.


Aunque "totalitario" y "totalitarismo" son términos surgidos de la lucha política, rápidamente van a dar el salto al mundo académico ya que muchos de los opositores que lo utilizan son intelectuales, se pueden citar ejemplos como el libro del autor católico Jacques Maritain "Humanismo Integral" (1936) o el trabajo de Gurian (1935-39) o igualmente la obra de Hayes "La novedad del totalitarismo en la historia de occidente", publicada en EE.UU.

Por supuesto, la utilización del término totalitarismo va a depender del contexto político del momento, a partir de 1941 nace una alianza entre los países occidentales y la Unión Soviética para luchar contra el nazismo, dicha alianza limita la utilización del término "totalitarismo" a la Alemania nazi, la dicotomía democracia/totalitarismo se encuentra oculta por la división facismo/antifascismo.


Tras el paréntesis de la segunda guerra mundial, a lo largo de la guerra fría va a aparecer una teoría científica del totalitarismo, es en estos años cuando aparece la obra capital de Hannah Arendt "Los orígenes del totalitarismo", dicha obra va a constituir la consolidación de la teoría del totalitarismo.


En la guerra fría, organizaciones anticomunistas, muchas de ellas subvencionadas por el bloque capitalista van a construir un edificio ideológico sobre el totalitarismo con un enfoque anticomunista, dicho enfoque va a encontrar oposición en los intelectuales europeos comunistas siendo estos hostiles a la teoría del totalitarismo.


Características según diferentes autores

Hannah Arendt

La autora más conocida en materia de totalitarismo, propone una caracterización muy estricta que ella solo aplica al estalinismo y a la Alemania nazi, no se interesa por otros regímenes que le son contemporáneos como la China de Mao Zedong. En su obra "Los orígenes del totalitarismo", estudia el fenómeno en profundidad: Estudia su estado embrionario el llamado "imperialismo continental" que lleva al fenómeno del pangermanismo y paneslavismo a través de su fuerza motriz que ella llama "nacionalismo tribal", germen del pangermanismo y paneslavismo.Estudia el nacimiento y consolidación del llamado movimiento totalitario que aún no se ha implantado pero ya cuenta con la propaganda y la organización totalitaria.


La propaganda


Es una mezcla de supuesta ciencia y profetización, bajo la apariencia de ciencia, de un lenguaje lógico se esconde un lenguaje profético. Este esfuerzo propagandístico va a crear un imaginario más seductor para el público que el mundo real, en el caso Nazi, la conspiración judía que requiere de una defensa por parte del pueblo alemán.


La organización totalitaria


La organización totalitaria del movimiento totalitario se caracteriza por tener a sus adeptos inmersos en una "niebla de la realidad" sobre el carácter del movimiento. Arendt evoca simultáneamente la creación de élites y de grupos con el modelo de bandas criminales con funciones opuestas a las organizaciones de fachada que inspiran confianza. Es una "estructura en capas de cebolla" que junto a los eslóganes camuflan los auténticos fines del nazismo al publico, quedando estos fines visibles únicamente para los más próximos al jefe.


El totalitarismo en el poder



El objetivo último del totalitarismo es la dominación total del planeta, una vez en el poder, se desarrolla un híper nacionalismo que va más allá de la búsqueda del bien nacional teniendo como objetivo un dominio global.


Raymond Aron

En este autor, el concepto central de la teoría del totalitarismo es la ideología que se manifiesta a través del partido, la consecuencia de la aplicación de la ideología en un régimen de partido único es la dominación total de la sociedad.

En su obra "Démocratie et totalitarisme" ofrece cinco caracteres del totalitarismo


  • Un único partido posee el monopolio de la actividad política legítima.
  • Dicho partido único está armado de una ideología que le confiere una autoridad absoluta.
  • El estado se reserva el monopolio de los medios de persuasión y coacción, los medios de comunicación son dirigidos por el estado (en concreto las telecomunicaciones).
  • La economía, al menos en gran parte es controlada por el estado y se convierte en parte del estado mismo.
  • Politización de toda actividad, terror. Las faltas cometidas por los individuos en el marco de una actividad económica o profesional son simultáneamente faltas ideológicas. Esto entraña una conversión en ideológicas de todas las faltas o delitos cometidos por los individuos que lleva a un terror ideológico y policial.

A las características ya nombradas, Aron añade, a medida que publica nuevas obras otras tres que complementan al resto:

  • Ideología que se convierte en verdad oficial del estado.
  • Confusión entre sociedad civil y estado.
  • Fusión entre partido y estado

El monopolio político por parte del estado se basa en un solo partido que llega a confundirse con el estado. La fusión del estado y el partido, se basa en un partido único cuya existencia se justifica por:

  • La noción de representación auténtica, pretensión del partido de encarnar el sistema, excluyendo a cualquier otra representación posible.
  • El objetivo histórico, en el caso de la URSS de Stalin, la transformación revolucionaria de la sociedad.

Como consecuencia, el estado esta inseparablemente unido al partido que tiene el monopolio; la ideología del partido se convierte en la ideología del estado y aparecen dos sentimientos dominantes: la fe y el miedo. La fe impulsa a los militantes del partido único y el miedo mantiene al resto paralizado.


Raymond Aron, a diferencia de Hannah Arendt, establece diferentes grados, expone un modelo teórico al que es posible pertenecer de forma más o menos perfecta, regímenes que en Hannah Arendt no son totalitarios si lo son en Aron. Según Aron es posible circular por diferentes grados de totalitarismo a lo largo de la historia de un régimen, de este modo, liga el régimen de Lenin al de Stalin, considerando totalitarios a ambos. Aron considera que en la Rusia de Lenin ya estaba el germen de la ideología que engloba al estado y que por lo tanto este régimen es totalitario, si bien no de forma tan absoluta como en los periodos 1934-1938 y 1939-1953. Tras la muerte de Stalin, según Aron, se producen cambios importantes, pero el régimen se mantiene totalitario (contradiciendo a Hannah Arendt). Cierto culto al jefe desaparece, pero el monopolio ideológico y de partido se mantiene.


La visión del fenómeno en Aron es mucho más flexible, se admite cierta indeterminación en los parámetros, de modo que siguiendo su modelo teórico se puede incluir como totalitarismo toda la historia de la URSS, además, Aron, equipara sin tapujos dicho régimen a la Alemania Nazi, aunque establece la diferencia de que la URSS se sustentaba sobre un edificio ideológico de carácter humanista, mientras que el régimen de Hitler era antihumanista y destructivo.


Claude Lefort

Lefort forma parte de los teóricos de la política que consideran el Totalitarismo como una categoría política nueva, diferente en su esencia de todas las categorías empleadas desde la Grecia clásica, como las nociones de dictadura o tiranía, además, contrariamente a autoras como Hannah Arendt que limitan el término al Tercer Reich y a la URSS entre 1936 y 1953, Lefort lo aplica a los regímenes de Europa del este en la segunda mitad del siglo XX, una época en la que el terror, un elemento central del totalitarismo en otros autores, había perdido su dimensión paroxística.

Es al estudiar dichos regímenes y tras la lectura de la obra de Aleksandr Solzhenitsyn cuando Lefort ha desarrollado su análisis del totalitarismo, que aunque sin ser teorizado en una obra unificada, se expone en “La invención democrática. Los limites de la dominación totalitaria” (1981), una selección de artículos escritos entre 1957 y 1980.


Diferencias con otros regímenes



Aparte del uso coloquial del término totalitario, el concepto es objeto de cierta confusión entre la conceptualización autoritarista, totalitarista y fascista. Si bien dichos conceptos están sumamente interrelacionados, guardan suficiente independendencia semántica entre sí. Sin embargo, a lo largo de un periodo un gobierno puede y suele tomar medidas propias de los tres, e incluso evolucionar y configurarse de una forma a otra por lo que determinar estrictamente las diferencias para un caso concreto puede resultar sumamente complicado.


Diferencias con el autoritarismo

Según autores como Hannah Arendt o Raymond Aron, la diferencia clave entre un régimen autoritario o tiranía y un régimen totalitario es que en el totalitarismo, el estado obedece a una ley u objetivo concreto; en el caso de la Rusia de Stalin "la ley de la historia", en el caso de la Alemania Hitleriana "la ley de la naturaleza", estos objetivos últimos son los que se establecen como ley suprema, ley que legitima las acciones del estado. Sin embargo, en una tiranía no existe un fin último que guía las acciones del estado, el derecho no esta al servicio de la ideología.


Se diferencia de los regímenes autoritarios de gobierno porque los totalitarismos se caracterizan por.

  • Tener una ideología elaborada destacando el ensalzamiento del líder.
  • Buscar el apoyo de las masas, no sólo someterlas.
  • Su meta última es realizar grandes cambios en la sociedad y no sólo imponer su poder sobre la misma.

El totalitarismo se diferencia del autoritarismo en el grado de intensidad en que se manifiestan algunos de sus elementos comunes:

  • Concentración de poder en una sola persona o grupo muy reducido, usualmente un partido político o movimiento, que puede incluso conducir al culto a la personalidad del líder.
  • Justificación de la actuación política mediante una doctrina global que se manifiesta en todas las esferas de la actuación humana: economía, cultura, familia, religión.
  • Empleo sistemático del terror, por medio de una policía secreta para eliminar a la disidencia u oposición.
  • Uso de los campos de concentración para aislar a la oposición y enemigos del régimen.
  • Mientras el autoritarismo busca acallar a los disidentes y evitar sus expresiones en público, el totalitarismo en cambio busca no solo acallar sino también extirpar las formas de pensamiento opuestas, mediante el adoctrinamiento y la remodelación de las mentalidades culturales.

El elemento esencial que comparten los regímenes totalitarios es la voluntad de convertir la política estatal en un mecanismo para controlar todas las esferas de la actividad humana y ocupar todo el espacio social.


Totalitarismo y autoritarismo fascista

El concepto de régimen fascista puede aplicarse a algunos regímenes políticos dictatoriales, ya fueran totalitarios o autoritarios de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por las potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la Segunda Guerra Mundial. De un modo destacado y en primer lugar a la Italia de Benito Mussolini (1922) que inaugura el modelo y acuña el término; seguida por la Alemania de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la España de Francisco Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde 1936 hasta 1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos regímenes son notables.

1. ¿Qué es el totalitarismo?

Totalitarismo es el sistema político en el cual todas las actividades, todos los aspectos de la vida, sean de orden social, político, económico, intelectual, cultural o espiritual, se hallan subordinados a los intereses e ideología de los gobernantes. En este régimen, derechos y libertades no merecen ninguna consideración: perturban los propósitos del líder.


Cualquier tipo de oposición o crítica al Estado y a la ideología de los gobernantes es reprimida y tildada de traición. En los totalitarismos, nada se puede poner en tela de juicio; la voz de la argumentación y de la crítica queda anulada frente al poder mediático de la organización totalitaria.


El totalitarismo del siglo XX se diferencia de otros formas autocráticas como el despotismo, el absolutismo, la tiranía o la dictadura. En éstas, pagando el precio de abstenerse de política, es generalmente factible vivir y trabajar con cierta autonomía. Pero en el totalitarismo moderno esta parcela de autonomía o independencia no es posible; la organización hace que todo el mundo dependa por completo de los deseos y obsesiones del partido político y de su líder.

Los totalitarismos menosprecian y se oponen a las concepciones liberales y democráticas de la vida política. Es el líder y el partido quién organiza directamente tanto la vida privada como la vida pública. Toda la sociedad está sujeta a una organización jerárquica en la cual, incluso los miembros del partido que ocupan lugar con un determinado poder, se hallan sometidos a la imprevisible «voluntad del líder».

1. Lealtad total al líder.



«Los movimientos totalitarios son organizaciones de masas de individuos atomizados y aislados. En comparación con otros partidos y movimientos, su característica externa más manifiesta es la exigencia de una lealtad total, sin restricción, incondicional e inalterable del miembro individual. Esta exigencia es formulada por los dirigentes de los movimientos totalitarios incluso antes de la llegada al poder.»



Hannah Arendt Los orígenes del totalitarismo, capítulo X, Madrid, Taurus, 1999

El control de todos los medios de comunicación es fundamental para el establecimiento del régimen totalitario; con este control, la información deviene propaganda y adoctrinamiento. Por otra banda, se dispone de una eficiente policía secreta que espía y horroriza toda la población, incluidos los que ocupan lugares altos en la jerarquía totalitaria. Esta policía prueba y evalúa la fidelidad de los individuos: los campos de concentración son su imprescindible institución.


2. Propaganda 'científica'



«La propaganda comunista amenazaba al pueblo con perder el tren de la Historia, con seguir desesperadamente atrasado respeto a su tiempo, con gastar sus vidas inútilmente; del mismo modo que el pueblo era amenazado por los nazis con vivir contra las leyes eternas de la naturaleza y de la vida, con un irreparable y misterioso deterioro de su sangre. El fuerte énfasis de la propaganda totalitaria en la naturaleza 'científica' de sus afirmaciones ha sido comparado con ciertas técnicas publicitarias que también se dirigen a las masas».

Hannah Arendt Los orígenes del totalitarismo, capítulo. XI, Madrid, Taurus, 1999.


2. Los dos totalitarismos del siglo XX


Los dos totalitarismos que más profundamente han marcado el siglo XX han sido el nazismo y el comunismo. Tras la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914/18), las democracias liberales mostraban una fuerte pérdida de credibilidad. Movimientos extremistas de extrema derecha y de extrema izquierda menospreciaban y debilitaban las democracias liberales, parlamentarias y pluralistas.

En este contexto, el movimiento nazi, arraigando en la crisis social y económica del momento, creció hasta obtener mayoría de votos; así, el 1933, Adolfo Hitler y su partido, el «Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán» (NSDAP), consiguieron, por vía democrática, el gobierno de Alemania: las disposiciones totalitarias previstas en el libro de Hitler Mein Kampf no se hicieron esperar. Pero no fue hasta el 1939, con el estallido de la Guerra, cuando el totalitarismo se mostró en toda su dominación

En Rusia, la Revolución de Octubre de 1917, liderada por Lenin, abriócamino a la instauración del comunismo; el 1922, se transformaba en URSS. Con la muerte de Lenin, en el 1924, Joseph Stalin inició el proceso de liquidación de toda oposición convirtiéndose en dictador absoluto. Su comunismo estaba alejado del ideal comunista soñado por Marx y Engels. Desde 1936 hasta el 1953, año de la muerte del líder, la URSS sufrió el mayor totalitarismo comunista.

Los dos sistemas totalitarios se desafiaron mútuamente luchando por la hegemonía en Europa. Ahora bien, Berlín y Moscú mostraban una inquietante «identidad cultural». ¿Qué compartían ambos sistemas totalitarios? ¿En qué se diferenciaban? Respondemos a estas preguntas de la mano de Jorge Semprun (Conferencia Huizinga, 17 de diciembre de 1999).

Semejanzas

a. Desde un punto de vista formal, los dos sistemas se hallan construidos encima de premisas idénticas: liquidación del pluralismo, partido único e ideología oficial del Estado; rigorismo moral y rechazo del arte moderno, calificado de 'decadente'; culto al líder y obediencia ciega, evitando toda disidencia o desviación ideológica.

b. Desde un punto de vista cuantitativo, los dos sistemas son igualmente comparables: su terrorismo de Estado ha producido millones de víctimas. Si se pudiese disponer de estadísticas fiables, probablemente la Unión Soviética de Stalin tendría una siniestra ventaja numérica respecto a la Alemania de Hitler, pero ésta destacaría por su odio absoluto.

Diferencias

a. Pero los dos sistemas totalitarios tienen fuertes diferencias respecto a sus orígenes ideológicos y a sus objetivos proclamados. El nazismo se origina y se organiza en torno al concepto de exclusión, de rechazo del otro y proclama abiertamente la superioridad de la raza aria; consecuentemente, todo se reorganizará en favor de los considerados superiores y se procederá al exterminio de los judíos y de todas los «otros». El comunismo se origina en torno al concepto de emancipación humana universal; proclama que el proletariado tiene la misión histórica de liberar la sociedad de sus clases; pero la práctica comunista ha llevado a una sociedad estratificada en la cual los privilegios y la separación en castas se han reforzado.

b. El comunismo destruyó la burguesía en tanto que clase social y con ella lo que hoy se conoce como sociedad civil, liquidó la propiedad privada de los medios de producción y con ella toda actividad económica autónoma, es decir, lo que se conoce como mercado. Por todo eso, en esta sociedad es tan difícil hoy restaurar la democracia. El nazismo no aspiraba destruir el mercado, aspiraba exterminar un pueblo, unos pueblos a los cuales se les negaba el derecho a existir. Desgraciadamente, tenemos que reconocer que toda la historia de la humanidad está poblada de infinidad de crueles matanzas, pero el exterminio de los judíos en Europa (el Holocausto o la Shoah, es decir, la «catástrofe»), es una singularidad nunca conocida: por el solo hecho de existir, unas personas eran peligrosas y odiadas. La «solución final», practicada siguiendo lo más eficiente sistema científico de producción, cuestiona el valor de la cultura occidental que lo ha hecho posible.

3. Actitudes que fomentan el totalitarismo

Hoy el totalitarismo no es la forma de gobierno de nuestro entorno, pero actitudes totalitarias a menudo rebrotan como si las semillas de éste perdurasen arraigadas en nuestra sociedad. ¿Qué actitudes totalitarias? Podemos preguntarnos en qué medida tienden al totalitarismo las siguientes:

1. Miedo a la diferencia. Los movimientos totalitarios no aceptan las diferencias; los que manifiestan alguna son considerados intrusos que es preciso marginar o eliminar. La diferencia no es entendida como signo positivo y enriquecedor de diversidad. ¿Por qué, en determinadas circunstancias, rebrota el racismo?

2. Rechazo de los desacuerdos. Los desacuerdos son tildados de traiciones: desviaciones que se han de evitar. Pero los desacuerdos, en una sociedad democrática, son nuevas perspectivas que pueden conducir a nuevas soluciones. Forzar acuerdos no tolerando desacuerdos, ¿es una actitud que fomenta el totalitarismo?

· Sospecha ante la cultura. Se atribuye a Goebbels, el grande propagandista nazi, la declaración: «Cuando siento la palabra cultura, saco mi revólver». La cultura, cuando comporta una actitud crítica, siempre será sospechosa para los totalitarismos.

· Léxico pobre y gramática elemental. Los textos escolares nazis se construían con un léxico muy pobre y una gramática elemental con el objeto de limitar los instrumentos del razonamiento complejo y de la crítica aguda. Cuando empobrecemos nuestro lenguaje, debilitamos los recursos que nos pueden proteger.

· Duda con respecto a la legitimidad de los parlamentos. Buscando la aclamación popular, no el debate, los totalitarismos pronto hacen desaparecer toda tipo de instituciones parlamentarias.



regimes totalitarios e segunda guerra mundial


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