Fue uno de los últimos combates librados durante la Segunda Guerra Mundial. Su ocupación constituyó un hito, tanto para los alemanes como para los rusos. Los primeros, ya débiles y derrotados tras Stalingrado, defendían el último bastión antes de su concluyente fracaso. Para Unión Soviética significaba, no sólo un triunfo en contra de Hitler, sino su posicionamiento frente a los aliados y las exigencias planteadas en la Conferencia de Yalta (4 al 11 de febrero de 1945) que se negaba a cumplimentar.
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