Palestina, región histórica cuya extensión ha variado en gran medida desde la antigüedad, situada en la costa oriental del mar Mediterráneo.
La lucha por el control de Palestina, que se
mitigó durante la II Guerra Mundial, se reanudó en 1945. Los horrores del
Holocausto despertaron la simpatía mundial por los judíos europeos y por el
sionismo, y, a pesar de que Gran Bretaña aún rechazaba admitir a los 100.000
judíos supervivientes en Palestina, muchas víctimas de los campos de
concentración nazis consiguieron entrar ilegalmente. Varios planes para
resolver el problema palestino fueron repudiados por ambas partes. Finalmente,
los británicos declararon el mandato impracticable y traspasaron el problema a
la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) en abril de 1947.
Judíos y palestinos se prepararon para un enfrentamiento
TERRITORIO
HISTORIA
Beduinos a orillas del Jordán
Aunque es un río muy conocido desde un punto de vista
histórico por las múltiples referencias que de él se hacen en la Biblia, el
Jordán no es muy importante desde el punto de vista de su caudal. Tiene una
longitud de unos 320 km y, excepto por la presencia de algunos rápidos o de las
crecidas estacionales, es un río poco profundo, estrecho y lento en su
discurrir. No obstante, en una región tan árida como el Oriente Próximo, la
pequeña cantidad de agua que aporta el río Jordán es de gran importancia. Así,
para Israel supone la principal fuente de suministro de agua de superficie a
través del lago Tiberíades, de donde se obtiene la mitad del agua potable del
país.
Los cananeos fueron los primeros habitantes conocidos de
Palestina. Durante el tercer milenio a.C. se establecieron en diversas
ciudades-estado, una de las cuales fue Jericó. Desarrollaron un alfabeto a
partir del cual se derivaron otros sistemas de escritura; por otro lado, su
religión tuvo una importante influencia en las creencias y prácticas del
judaísmo, y, más tarde, en el cristianismo y el islam.
Su localización —en el centro de las rutas que unían tres
continentes— convirtió a Palestina en punto de encuentro de influencias
religiosas y culturales procedentes de Egipto, Siria, Mesopotamia y Asia Menor.
Fue también el campo de batalla natural de las grandes potencias de la región y
estuvo sujeta a la dominación de los imperios vecinos, empezando por Egipto, en
el tercer milenio a.C.
La hegemonía egipcia y la autonomía cananea padecieron
durante el segundo milenio a.C. las invasiones de pueblos tan diversos como los
amorreos, los hititas y los hurritas. No obstante, estos invasores fueron
derrotados por los egipcios y absorbidos por los cananeos, cuyo número en esa
época pudo haber ascendido hasta los 200.000 habitantes aproximadamente. A
partir del siglo XIV a.C., cuando el poder egipcio comenzó a debilitarse,
aparecieron nuevos invasores: los hebreos, un grupo de tribus semitas
procedentes de Mesopotamia, y los filisteos (en hebreo, pelishtim), un pueblo
egeo de raza indoeuropea que dio su nombre a la región.
EL REINO ISRAELITA
Las tribus hebreas probablemente emigraron a la región siglos
antes de que el profeta hebreo Moisés liberara a su pueblo de la servidumbre en
Egipto (1270? a.C.), y su sucesor Josué conquistara la mayor parte de Palestina
(1230? a.C.). Los conquistadores se establecieron en el área montañosa del
país, pero no fueron capaces de conquistar todo el territorio.
Los israelitas, una confederación de tribus hebreas,
derrotaron finalmente a los cananeos alrededor del año 1125 a.C. pero no
ocurrió lo mismo con los filisteos. Éstos habían establecido un Estado propio
en la costa meridional de Palestina y controlaban varias ciudades al norte y al
este. Con una organización militar superior y gracias al uso de armas de hierro,
derrotaron severamente a los israelitas en torno al año 1050 a.C. La amenaza
filistea obligó a los israelitas a unirse y a establecer una monarquía. David,
el gran rey de Judá e Israel, derrotó a los filisteos poco después del año
1000, con lo que éstos últimos y los cananeos fueron finalmente asimilados.
La unidad de Israel y la debilidad de los imperios adyacentes
permitieron a David establecer un gran reino independiente, cuya capital fue
Jerusalén. Bajo su hijo y sucesor, Salomón, Israel disfrutó de paz y
prosperidad, pero a su muerte en el año 922 a.C. el reino fue dividido en dos:
Israel, al norte, y Judá, al sur. Cuando los imperios cercanos reanudaron su
expansión, los israelitas, divididos, no pudieron mantener durante más tiempo
su independencia. Israel cayó ante Asiria en los años 722 y 721 a.C., y Judá
fue conquistado en el año 586 a.C. por Babilonia, que destruyó Jerusalén y
exilió a gran parte de los judíos que la habitaban.
EL DOMINIO PERSA
Se permitió a los judíos mantener su identidad nacional y
religiosa en el exilio; algunos de sus mejores escritos teológicos y muchos
libros históricos del Antiguo Testamento fueron escritos durante este periodo.
El recuerdo de la tierra de Israel estaba patente en sus escritos. Cuando Ciro
II el Grande de Persia conquistó Babilonia en el año 539 a.C. les permitió
regresar a Judea, un distrito al sur de Palestina. Bajo el dominio persa los
judíos recibieron una considerable autonomía. Reconstruyeron las murallas de
Jerusalén y codificaron la ley mosaica, la Torá, que se convirtió en el código
de la vida social y la práctica religiosa. Los judíos creían que estaban
vinculados a un dios universal, Yahvé, por un pacto; de hecho, su concepto de
un dios ético es quizás su contribución más grande a la civilización mundial.
LA PROVINCIA ROMANA
A la dominación persa de Palestina le siguió el gobierno
griego cuando Alejandro III el Magno de Macedonia conquistó la región en el año
333 a.C. Los sucesores de Alejandro, miembros de la dinastía Tolemaica de
Egipto y de la Seléucida de Siria, continuaron gobernando la zona. Estos
últimos intentaron imponer la cultura y religión helenística (griega) a la
población. En el siglo II a.C., sin embargo, los judíos, dirigidos por la
familia de los Macabeos, se rebelaron y organizaron un estado independiente (141-63
a.C.) hasta que Cneo Pompeyo Magno conquistó Palestina para Roma y la convirtió
en una provincia gobernada por dirigentes judíos. Durante el reinado del rey
Herodes el Grande (37-4 a.C.), nació Jesucristo, la figura principal de la
religión a la que da nombre.
Estallaron dos revueltas judías contra la dominación romana
(del año 66 d.C. al año 73 y del año 132 al año 135), pero fueron reprimidas.
Después de la segunda, la destrucción de Jerusalén y la dura represión sobre
los judíos provocó su diáspora hacia otros territorios. Judea pasó a llamarse
Palestina.
Palestina recibió una atención especial cuando el emperador
romano Constantino I el Grande legalizó la actividad de la hasta entonces
perseguida Iglesia cristiana en el año 313 d.C a través del denominado Edicto
de Milán. Su madre, Elena, visitó Jerusalén, y Palestina, en tanto que núcleo
principal de Tierra Santa, se convirtió en el centro de las peregrinaciones
cristianas. La consecuencia de esto fue una época dorada de prosperidad,
seguridad y desarrollo de la actividad cultural. La mayor parte de la población
se helenizó y cristianizó. No obstante, el gobierno bizantino fue interrumpido
durante una breve ocupación persa (614-629) y finalizó por completo cuando los
ejércitos musulmanes conquistaron Jerusalén en el año 638 d.C.
EL CALIFAGO ÁRABE
La conquista árabe inició 1.300 años de presencia musulmana
en lo que entonces se conocía como Filastin. Palestina era un territorio
sagrado para los musulmanes porque el profeta Mahoma había designado Jerusalén
como la primera qibla (o quibla, dirección hacia la que los musulmanes dirigen
sus plegarias; con posterioridad y hasta la actualidad, la oración debe
efectuarse con los fieles orientados hacia la ciudad de La Meca) y porque se
creía que había ascendido al cielo en un viaje nocturno desde el lugar donde se
alzó el templo de Salomón, en el que más tarde se construyó la cúpula o
mezquita de la Roca. Jerusalén se convirtió así en la tercera ciudad sagrada
del islam.
Los gobernantes musulmanes no obligaron a los palestinos a
adoptar su religión; de hecho, pasó más de un siglo antes de que se convirtiera
la mayoría al islam. Los cristianos y judíos eran considerados ‘pueblos del
Libro’. Se les concedió el control autónomo de sus comunidades y se les garantizó
seguridad y libertad de culto. Tal tolerancia (con raras excepciones) no ha
sido habitual a lo largo de la historia de las religiones.
La mayor parte de los palestinos adoptaron la cultura árabe e
islámica. Palestina se benefició del comercio entre los territorios musulmanes
y de su trascendencia religiosa durante el gobierno de la primera dinastía
musulmana, los Omeyas de Damasco.
Cuando el califato pasó a manos de los Abasíes de Bagdad en
el año 750, Palestina quedó olvidada. Sufrió desórdenes y la dominación
sucesiva de los selyúcidas, los fatimíes y los cruzados europeos. Con todo,
participó del esplendor de la civilización musulmana del momento, en concreto,
en lo relativo a la ciencia, el arte, la filosofía y la literatura. Con
posterioridad, Palestina decayó bajo el reinado de los mamelucos y comenzó su
decadencia.
EL DOMINIO ATOMANOS
Los turcos otomanos de Asia Menor derrotaron a los mamelucos
en 1517 y, con pocas interrupciones, gobernaron Palestina hasta 1917. El país
quedó dividido en varios distritos (denominados sanjaks o sanjacados), como el
de Jerusalén. La administración de estos distritos se confió en su mayor parte
a los palestinos arabizados, descendientes de los cananeos y de los
colonizadores posteriores.
No obstante, las comunidades cristiana y judía recibieron una
amplia autonomía. Palestina participó del esplendor del Imperio otomano durante
el siglo XVI, pero perdió toda importancia con la decadencia de éste en el
siglo XVII —lo que afectó a la actividad económica en el territorio y provocó
el consiguiente descenso demográfico—, que continuó hasta el siglo XIX. En esa
época, las potencias europeas, en busca de materias primas y mercados, y
llevadas también por intereses estratégicos, llegaron a Oriente Próximo, estimulando
el desarrollo social y económico.
Entre 1831 y 1840,
Mehmet Alí, el virrey (pasa) de Egipto, partidario de la modernización,
expandió su área de influencia hasta Palestina. Sus reformas políticas
supusieron la eliminación del orden feudal, el incremento de la agricultura y
la mejora de la educación. El Imperio otomano reafirmó su autoridad en 1840 e
instituyó sus propias reformas. A partir de 1880 colonos alemanes e inmigrantes
judíos llevaron a la zona la maquinaria moderna y el capital que la región
necesitaba urgentemente.
El auge del nacionalismo europeo durante el siglo XIX, y
especialmente la intensificación del antisemitismo a partir de 1880, estimuló a
los judíos europeos a buscar refugio en su “tierra prometida”, Palestina. El
escritor y periodista Theodor Herzl, autor de El estado judío (1896), fundó la
Organización Sionista Mundial en 1897 para resolver el “problema judío” en
Europa (véase Sionismo). Como resultado, la emigración judía a Palestina se
incrementó de manera espectacular.
En 1880, los árabes palestinos constituían alrededor del 95%
de una población total de 450.000 habitantes. No obstante, algunos dirigentes
palestinos reaccionaron con alarma ante la emigración, la compra de terreno y
las reivindicaciones judías, y desde entonces se convirtieron en inexorables
opositores al sionismo.
EL MANDATO BRITÁNICO
La promesa que los británicos hicieron a los dirigentes
árabes, en especial a través de la correspondencia mantenida (1915-1916) con
Husein ibn Alí —gran jerife (perteneciente a la familia de Mahoma) de La Meca—,
de conceder la independencia de sus territorios tras la conclusión de la I
Guerra Mundial, permitió la expulsión de los turcos de Palestina entre 1917 y
1918.
Los británicos, sin embargo, no mantuvieron sus promesas a
los árabes. Así, en el tratado secreto Sykes-Picot firmado con Francia y Rusia
en 1916, Gran Bretaña se comprometía a dividir y gobernar la región con sus
aliados. Posteriormente, a través de la Declaración Balfour (1917), Gran
Bretaña garantizó a los judíos (cuyo apoyo económico necesitaban para mantener
el esfuerzo bélico) un “hogar nacional” judío en Palestina. Esta promesa se
incorporó posteriormente al mandato conferido a Gran Bretaña por la Sociedad de
Naciones en 1922.
Durante su mandato (1922-1948) los británicos encontraron
difícil reconciliar las promesas hechas a ambas comunidades. Las organizaciones
sionistas mantuvieron la emigración judía a gran escala y algunos hablaron de
la constitución de un Estado judío en toda Palestina.
Esta actitud provocó el rechazo de los palestinos, temerosos
de ser desposeídos de sus territorios por los sionistas; hubo ataques
antisionistas en Jerusalén (1920) y Yafo (1921). En 1922, una declaración
británica rechazó las reivindicaciones sionistas sobre toda Palestina y limitó
la inmigración judía, pero reafirmó el apoyo al “hogar nacional judío”. Los
británicos propusieron establecer un consejo legislativo, pero los palestinos
rechazaron este consejo por considerarlo discriminatorio.
Después de 1928, cuando la inmigración judía se incrementó
ligeramente, la política británica a este respecto osciló bajo las conflictivas
presiones arabe-judías. La afluencia de judíos procedentes de Europa central
aumentó bruscamente tras la llegada del régimen nazi a Alemania en 1933; así,
en 1935 casi 62.000 judíos entraron en Palestina. El temor a la dominación
judía fue la principal causa de la revuelta árabe que estalló en 1936 y
continuó intermitentemente hasta 1939. En esa época Gran Bretaña había
restringido de nuevo la inmigración y la adquisición de tierras por parte de
los judíos.
EL PERÍODO POSTERIOR A LA II GUERRA MUNDIAL
Acuerdo de Paz de Oriente Próximo, 1993
En septiembre de 1993, el primer ministro israelí Isaac
Rabin, izquierda, y el presidente de la Organización para la Liberación de
Palestina Yasir Arafat, a la derecha, accedieron a firmar un histórico acuerdo
de paz. El tratado preparó el terreno para la autonomía limitada en los
territorios ocupados por Israel. Tras la firma, los antiguos enemigos se
estrecharon la mano en presencia del presidente de Estados Unidos, Bill
Clinton. En un discurso pronunciado en la ceremonia, Rabin pidió el final de la
violencia.
Aunque los palestinos superaban a los judíos en número (aproximadamente
1.300.000 frente a 600.000 respectivamente), éstos últimos estaban mejor
preparados. Tenían un gobierno semiautónomo, dirigido por David Ben Gurión, y
su milicia, la Haganá (Fuerza de Defensa Judía), estaba bien entrenada y tenía
experiencia.
Los palestinos, por otra parte, nunca se habían recobrado de
la fallida revuelta árabe, y la mayoría de sus dirigentes estaban en el exilio.
El muftí de Jerusalén, su principal portavoz, se negó a aceptar el plan de la
ONU elaborado en noviembre de 1947 y que establecía la división de la zona en
dos estados, uno árabe y otro judío, mientras que los judíos lo aceptaron. En
la lucha militar posterior, fueron derrotados los palestinos.
El Estado de Israel fue establecido el 14 de mayo de 1948.
Cinco ejércitos árabes, que acudían en ayuda de los palestinos, atacaron Israel
inmediatamente. Las fuerzas hebreas derrotaron a los contingentes militares
árabes, e Israel amplió su territorio. Jordania, por su parte, se anexionó la
orilla oeste del río Jordán y Egipto ocupó la franja de Gaza.
La guerra condujo al exilio a 780.000 palestinos, temerosos
de las posibles represalias o expulsados ante la llegada de los inmigrantes
judíos procedentes de Europa y del mundo árabe. Los palestinos se distribuyeron
por los países vecinos, en especial Jordania, donde mantuvieron su identidad
nacional y el deseo de regresar a su patria.
En 1967, Israel lanzó un ataque contra Egipto, Siria y
Jordania (quienes desde hacía un tiempo realizaban movimientos de tropas al
otro lado de la frontera con Israel) lo que dio lugar a la Guerra de los Seis
Días.
El resultado de dicha
guerra fue que Israel tomó el control de Cisjordania y Gaza, conquistó los
Altos del Golán, la península del Sinaí y se anexionó Jerusalén Este (incluida
la Ciudad Vieja).
En ese contexto de avance hacia la plena pacificación de la
región, a finales de octubre de 1999 (con cinco años de retraso) los
territorios palestinos de Gaza y Cisjordania bajo control de la Autoridad
Nacional Palestina quedaron unidos a través de una carretera de 44 kilómetros
de longitud que atraviesa territorio israelí desde el puesto de Erez (al norte
de la franja de Gaza) hasta la ciudad autónoma de Tarqumiyah (en Cisjordania).
Su apertura supuso el fin de la incomunicación que habían
sufrido durante años tres millones de palestinos de ambos sectores ocupados por
Israel en 1967.
1897 Primer congreso sionista mundial en Basilea, en el que
se afirma el propósito de crear un hogar, en Palestina, para el pueblo judío.
1900-30' Auge de la inmigración judía a Palestina y
colonización progresiva del territorio. Espiral de enfrentamientos con la
población autóctona y con el movimiento nacionalista árabe.
1938-39 Radicalización de los grupos sionistas ante las
restricciones puestas por los británicos a la inmigración.
1940-45 La Segunda Guerra Mundial y el éxodo judío de Europa
agudizan la presión de los grupos sionistas.
1948 Mayo. Declaración del Estado de Israel
1956 Participación israelí en la guerra de Suez al lado de
las potencias coloniales, Francia y Gran Bretaña, contra la nacionalización del
canal por parte de Egipto.
1992-93 Rondas de negociaciones bilaterales y multilaterales
entre los participantes en la Conferencia de Madrid.
1993 Septiembre. Acuerdo de Oslo. Israel y la OLP se
reconocen mutuamente y firman una Declaración de principios para el
autogobierno palestino.
Se inicia un período
transitorio que debía dar paso a una solución definitiva en el plazo de cinco
años. Yasir Arafat, dirigente de la
Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y el primer ministro
israelí Isaac Rabin se reunieron en los Estados Unidos el 13 de septiembre de
1993, para firmar el acuerdo de paz para la región.
A raíz de los Acuerdos de Oslo, en los Territorios Palestinos
de la Franja de Gaza y Cisjordania se estableció la Autoridad Nacional
Palestina, una administración autónoma palestina reconocida internacionalmente
y que tiene el mandato de sentar las bases del futuro Estado palestino.
El Gobierno de Israel está construyendo una barrera física,
alegando motivos de seguridad, y cuyo trazado ha sufrido varias denuncias ante
el Tribunal Internacional de La Haya, mientras que el Tribunal Supremo de
Israel ha anulado diversas ampliaciones e introducido cambios en su trazado.
La mayoría de las colonias y asentamientos judíos quedan del
lado israelí del muro, lo que conduce a un trazado complicado con numerosos
requiebros; como consecuencia el territorio palestino queda fragmentado y con
numerosos controles israelíes entre las diversas secciones palestinas.
1994 Establecimiento de la ANP.
El plan contemplaba la autonomía de los territorios ocupados
por Israel, que debía iniciarse en la franja de Gaza y Jericó. La
administración palestina sobre parte de estas áreas comenzó en mayo de 1994.
Las elecciones celebradas en los territorios autónomos
palestinos reafirmaron la dirección de Yasir Arafat y de la OLP, pero las
actitudes intransigentes de extremistas judíos (asesinato del primer ministro
israelí Isaac Rabin en noviembre de 1995) y del grupo palestino Hamas (que ha
llevado a cabo atentados terroristas indiscriminados en las principales
ciudades de Israel) han puesto varias veces en peligro todo lo acordado en ese
primer tratado de paz global y todos los que le siguieron.
1995 Septiembre. Acuerdo de Taba (Oslo II) por el que se
amplían las zonas de autogobierno palestino.
1996 Enero. Elecciones palestinas.
Mayo. Elecciones israelíes y victoria de la derecha.
1997 Paralización del proceso de paz. Acciones provocadoras
de Israel y la respuesta violenta de los grupos opositores palestinos. Se frena
el proceso de normalización de las relaciones entre Israel y el resto de los
países árabes.
Israel devolvió el Sinaí a Egipto tras los acuerdos de Camp
David y se retiró unilateralmente de la Franja de Gaza en el verano de 2005..
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